viernes, 23 de octubre de 2009

De ayer

Aquí estamos y, como de aquí no somos, ayer quedé con Juan Ignacio, a quien no conocía personalmente. Nos habíamos citado en el café Tortoni, uno de los más elegantes de la ciudad, pero, como ahora se ha convertido en un circo turístico en el que hay que hacer cola para entrar, acabamos en otro local más modesto. Aunque llevo poco tiempo en estos menesteres, me he dado cuenta de que el valor de un blog se construye también por los comentarios de sus lectores. En este sentido, los de Juan Ignacio han sido un lujo para mi blog.
Por lo demás, a mí se me pasó el jet lag con el placer de la conversación. Al final, me despedí de un amigo lejano en el espacio de las cosas pero que seguirá cerca en el de las palabras.

4 comentarios:

  1. Quería ganarte de mano con una reseña, pero vine a ver mi derrota. Te agradezo muchísimo el encuentro y tu charla y ya cuando la semana termine y pueda sentarme tranquilo en casa, dejaré las impresiones en el blog.

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  2. Qué envidia.

    [Y qué buena entrada a la entrada]

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  3. Quien diga que eres un aficionado que lo demuestre. Y eso va por ti también.

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  4. El mismo comentario para las dos entradas: qué divertida conexión.

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