martes, 19 de noviembre de 2013

El taxista

El taxista de Madrid con licencia número 31247363GH abrió su tableta y leyó:
-¿Quieres saber el día de tu muerte?
 Aprovechando el ratito de descanso, le dio a "Aceptar":
- Morirás hoy a las 9.30 horas de la mañana.
-Pues sí que estamos buenos, se dijo Domingo Domínguez, que así se llamaba el taxista. Y se bajó una aplicación del juego "Grand Theft Auto".
Estaba rematando virtualmente a un traficante de drogas cuando le distrajo un golpe en la ventanilla trasera.
-¿Me lleva a Nuevos Ministerios?, le preguntó la voz del cliente.
Domingo echó a rodar en Atocha, atravesó Recoletos, saludó al dios Neptuno y se embaló ya cerca de Colón. Como el otro estaba encerrado en un silencio fúnebre, volvió a pensar en la misión interrumpida en el juego. Tenía que acabar de romperle la cabeza al traficante, recoger la mercancía en el almacén y esperar a su contacto en...Pero, de pronto, el cliente dijo como un heraldo de la muerte:
-Está usted llegando tarde. Acelere, acelere, hombre, que así no llegará a tiempo.
-Qué prisas tiene usted.
-Eso es cosa suya, que es el profesional.
Vaya tío tan desagradable, pensó Domingo, pero le metió más caña al coche. Empezó a lloviznar. A la altura de Gregorio Marañón la camioneta le entró por la izquierda como una puñalada. El taxista sólo alcanzó a decir "Joder" y frenó con desesperación. Luego vino el silencio.
Domingo abrió los ojos y trató de ubicar al pasajero, que se había hecho humo. Se palpó la frente y comenzaron a sonar las bocinas a su alrededor. Eran las 9,31 de la mañana.

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