martes, 17 de noviembre de 2009

Los tacos

Decir tacos en México es, por supuesto, hablar de comida. Pero no siempre. El lunes los invitados del congreso fuimos a comer a una hacienda maravillosa, San Pedro Ochil, en las afueras de Mérida. Después de despachar una sopa de lima y unos panuchos, la gente estaba ya medio contenta y empezamos a departir sobre las muchas diferencias que existen entre los pueblos hispanos. En la mesa sonaban acentos procedentes de México, Argentina, Chile y España, únicamente representada por mí. Una colega chilena me dijo : "Javier, vosotros los españoles sois muy mal hablados". Verdad absolutamente irrefutable y que no pude negar. Este asunto de las palabrotas es casi un signo identitario nacional, y así lo debieron de entender don Américo Castro y don Claudio Sánchez Albornoz cuando se peleaban por el origen de las esencias españolas, y uno situaban el origen de nuestra nacionalidad en los árabes (que maldicen muchísimo) y el otro replicaba que hay testimonios más antiguos donde se veía lo burros y lo mal educados que eran los visigodos.
Proferir demasiadas palabrotas tiene el problema de que éstas acaban por no significar nada. Pierden su agresividad las palabras, son sonidos huecos, vacíos. A esto se refieren los filólogos cuando dictaminan que el lenguaje en España se empobrece. En cambio, acá, en América, qué fuerza tan enorme tienen las palabras. Y por eso cuento lo que a continuación se leerá.
Al anochecer me fui a pasear a la plaza de la catedral, ya en Mérida. Como era fiesta nacional, había mucha gente. Unas indias extendían la mano desde el suelo, pero yo, lo siento, me fijé en el color maravilloso de sus vestidos. Otro individuo paseaba con una rata en la mano, pero no estoy seguro de que estuviera viva, por lo quieta que estaba. En el centro de la plaza había puestos ambulantes; el problema era identificar los nombres ininteligibles de las comidas que anunciaban.
Y de pronto me acuerdo de que en un callejón había visto el día anterior una tienda de ropa local que podría interesarme. Me acerco hasta allá, pero un individuo me empieza a perseguir para que le compre una caja de habanos.
-Eh, míster, amigo, tengo acá tabaco bueno, tabaco bueno para usted.
-Déjeme en paz.
Cuando ve que me dirijo a la tienda, cambia de tema, pero me sigue perseverante:
-Acá, amigo, museo de la ropa, tienda maya.
Y así continúa hasta la puerta abierta del local, muy pegado al gringo que se cree que soy yo. Para colmo, extiende la mano mostrándome el camino como si yo fuera imbécil. Y en ese momento, cuando veo al dueño que se me acerca obsequioso, digo en voz alta para que me oigan los dos:
-Esta no es la tienda que yo buscaba. Lo siento.
Y me doy la vuelta a toda velocidad. Todavía entonces escucho una voz bien llenecita de rabia:
-¡Hijo de la chingada!


3 comentarios:

  1. Conozco a un ucraniano de nacimiento pero que lleva mas de la mitad de su vida en España y se ha abonado a decir "toño" en los momentos precisos. Lo digo por eso de la identidad nacional de la que hablas en relación a las palabras malsonantes. Y ten por seguro que lo dice con contenido el muy cabroncete. Ej: "¡anda!... si está lloviendo ¡toño!". La manía se le está quitando con eso de la similitud de la palabra con Antonio.
    En todo caso, estoy de acuerdo contigo, los españoles son muy mal hablados, pero mención aparte son los gaditanos, pischa, coohones.

    ResponderEliminar
  2. Pues yo creo que hasta en eso la riqueza del castellano es evidente. Los ingleses, con damn y fuck lo que sea, han finalizado su repertorio. Prueba a pisarle un callo a la señora chilena, ya verás lo que sale por su boca.

    ResponderEliminar
  3. Es graciosa la anécdota que cuenta el comentarista anónimo: sólo añado una cosa. En Cádiz hay más variedad de tacos que en el resto de España.
    María: es verdad que el español es más rico en eso de los tacos, pero el problema es usarlos a cada paso, no sólo cuando te pisan el callo. Y los españoles, frente a los usuarios del idioma de este lado del Atlántico, vamos pisoteando el idioma

    ResponderEliminar