lunes, 23 de noviembre de 2009

Sábado, de Ian Mac Ewan


Tengo que agradecer a las pésimas películas que pasaban en el avión de Air Europa, el que me sumergiera en el libro que me había llevado para el viaje a México. Hacía tiempo que una novela no me interesaba tanto. Me leí de cabo a rabo Sábado de Ian Mac Ewan en el trayecto de ida.
Y eso que la historia no era muy animante de entrada. El protagonista se despierta una fría madrugada de Londres y contempla atónito desde la ventana de su dormitorio cómo un avión se precipita envuelto en llamas sobre el aeropuerto de Heathrow. No, no me encontraba entonces en la mejor de las situaciones -un vuelo transatlántico de diez horas-, para que me contaran cosas de ese estilo. Sin embargo, la fuerza de la prosa de Mac Ewan es tal que me cautivó enseguida la historia de ese neurocirujano que se levanta temprano para vivir un sábado rutinario de su vida burguesa y feliz. El protagonista es un hombre de mediana edad, de buen pasar, enamorado de su esposa y orgulloso de sus dos hijos que son, lo que hoy podría decirse, "buenos chicos". A simple vista se trataría de seguir la plantilla inugurada por Joyce en su Ulises: la narración de un día normal a través de los ojos de un individuo común. Hay, además, algún que otro guiño joyciano, pero Mac Ewan escribe para otra época. Ni pretende experimentar con el lenguaje ni su historia se disuelve en la banalidad voluntaria de Joyce.
Para empezar, un trasfondo distinto: es el año 2003 y las manifestaciones antibelicistas llenan el centro de Londres. Como Sábado no es una novela simplona, esquiva los lugares comunes sobre la guerra de Irak y manifiesta la perplejidad ante un problema que supera los razonamientos maniqueos. Por otro lado, a Mac Ewan le importan sobre todo otros problemas. El doctor Perowne verá su vida bruscamente amenazada por un par de hechos inesperados. No quiero desvelar detalles, pero es imposible no admirar la capacidad del autor para meter el acelerador de pronto y convertir el texto en un thriller que tiene para colmo un cierto aliento poético.
Quizá algunos se desalienten con la abundancia de términos médicos con los que se bombardea al lector. Para explicarme el caso, he pensado que Mac Ewan, además de hacer un loable esfuerzo de documentación, trata de mostrarnos el mundo con la lente de un racionalista nato, un hombre guiado por el materialismo más obvio. Pero eso no quiere decir que el texto tome un partido claro por esta opción o por otra cualquiera. En realidad, estamos ante una novela que no ofrece por sí misma explicaciones rotundas. Podemos creer en lo que piensa el protagonista, pero también es fácil que nos distanciemos de él.
Y, por último, el título: Sábado, el día previo al domingo. ¿Cómo no pensar que esta novela sometida al pulso de las horas de un único día, no es también una reflexión sobre el tiempo que le queda a cada uno de nosotros, antes de que llegue el domingo definitivo?

4 comentarios:

  1. Lo terminé ayer por la noche: muy bueno. Si no te importa, enlazaré esta entrada en mi blog cuando comente el libro: tus observaciones me parecen acertadas. Un saludo.

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  2. Cómo me va a importar. Y qué casualidad que lo leyeras ayer. En fin, gracias, me alegro de que te gustase mi entrada, pero, sobre todo, que te gustara el libro.

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  3. Del mismo, "Chesil Beach"... "Sábado" me pareció aburrido e incluso pretencioso, "Chesil Beach" es conmovedor.

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  4. No he leído todavía Chesil Beach, pero obviamente no comparto la opinión de que Sábado sea aburrido ni pretencioso. Recomendaría también de él Expiación, que pasa por ser su obra maestra y, en menor medida, Amsterdam o Los perros negros. De todas formas, me parece que Mc Ewan es demasiado bueno en general para que una obra sea mediocre y la otra extraordinaria. En él me da la impresión de que hay, en general, un nivel de excelencia bastante alto. Por lo demás, en estas materias, viva la disidencia: si uno está en desacuerdo, pues no pasa nada...

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