jueves, 18 de marzo de 2010

Zoo familiar

Después de largos años de observación zoológica he llegado a la siguiente conclusión: los niños son como los perros y las niñas como los gatos.
Los perros necesitan salir de casa, se muerden, corren, saltan, ladran y se mean en cualquier lado. Si les regañas o les pegas un pescozón, aullan un minuto y, acto seguido, olvidan de inmediato las órdenes y siguen corriendo campo a través.
Los gatos son tranquilos y silenciosos, tienen los ojos bonitos, entienden las amenazas a la primera y saben donde depositar sus cositas. A cambio te guardan las ofensas y, si les viene en gana, te arañan.
A veces hay excepciones: los gatiperros o los perrigatos.

6 comentarios:

  1. Esta observación suya ya se la he oído a más de una madre y padre anteriormente, así que debe de ser cierta ;-), Saludos cordiales.

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  2. Podríamos discrepar o ver casos distintos, de ahí la necesaria aclaración sobre gatiperros o perrigatos (que nada tiene que ver con conductas afeminadas en unos o machotas en otras).

    Hechas todas estas salvedades, digo que esta reflexión está "moy buena".

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  3. Aurora: ya me temía yo que esta ocurrencia mía no era nada original. La verdad es que es muy difícil inventar nada en materia de padres e hijos. Lo difícil, en realidad, es poner en práctica los principios: hay sí que hace falta reinventarse una y otra vez.

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  4. No hay ley sin excepción, Juan Ignacio. Y menos en una ley tan poco demostrable como la mía... Abrazos.

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  5. Pues creo que es justo al revés. Lo normal son los perrigatos o los gatiperros. La excepción, los perros y los gatos.

    Y qué me dices del "perrogatoburroloco"...

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  6. No sé, Álvaro. Yo tengo, como sabes, perritos de raza pura en casa, salvo una excepción. El híbrido ése del que hablas lo he visto también por la calle, pero, en fin.

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