martes, 26 de junio de 2012

Sobre los judíos y los modernos



-Los judíos...¡qué tíos tan listos!
Mas de una vez hemos escuchado un comentario parecido y nuestro interlocutor nos ha despachado una lista improvisada de escritores, científicos, músicos, economistas, artistas, escritores, médicos, actores, directores de cine, etc. de origen judío. Realmente el mundo moderno no se entiende sin su enorme aportación cultural. Lo interesante, me parece, es que no siempre fue asi. Durante siglos los judíos a lo máximo que llegaban era a prestamistas impopulares o a devotos burgueses, si se convertían. En realidad, es a partir del siglo XIX cuando muchas familias judías despegan de su ghetto y se integran, sobre todo en Centroeuropa, a la marcha de la historia. El misterio de ese milagro judío tiene su explicación, quizás, en el paso del Antiguo al Nuevo Régimen ilustrado, como dice un historiador húngaro y de origen judío, cómo no:


La ambigüedad inherente a la judeidad -a la vez tradición religiosa y etnia dispersada- explica que su encuentro con las ideas humanistas del Siglo de las Luces se exprese en un doble plano. Sin duda la ideología racionalista no estaba exenta de equívocos. Por un lado se proclamaba la tolerancia erasmiana contra toda clase de fanatismo y afirmaba su repugnancia hacia toda clase de discriminaciones e injusticias, inspirando así las primeras medidas con vista a la emancipación de los de "otro modo" creyentes" y poniendo fin a las formas más humillantes de segregación contra protestantes y judíos.
Pero su racionalismo engendraba otra forma de sectarismo, porque era fanáticamente antitradicionalista ya que confundía espíritu religioso y oscurantismo. A ojos de un espíritu ilustrado como Voltaire, a los de un déspota ilustrado como José II, el judío, atado a sus arcaísmos, negándose incluso a aceptar los signos exteriores, alimentarios, indumentarios del homo rationalis, aparecía como el vástago de un pasado superado y despreciable. Así, la causa o el pretexto de de la hostilidad habían cambiado, pero el antagonismo y el interior permanecía. El medio más evidente para desembarazarse de ello era adaptarse a lo que había sustituido al hecho religioso como elemento central en la vida de las sociedades cristianas: la cultura moderna, racional, científica, universalista. Los judíos podían integrarse en la sociedad que les abría sus puertas, a condición de que hablasen la lengua, adoptasen el modo de vida, compartieran las ideas de su medio nacional" (François Fejtö: Réquiem por un imperio difunto)

Todo esto me hace pensar también que el antisemitismo nazi (o el antisemitismo moderno en general) no se funda en razones de un fanatismo religioso intemporal, como alguna vez se ha dicho en recuerdo de otras persecuciones, sino en una reacción de miedo a esa integración gigantesca, nacida a su vez del fanatismo ilustrado. Paradojas de la historia.

3 comentarios:

  1. Interesantísimo comentario: la ilustración, siempre acabamos ahí (cuando buscamos causas de problemas, digo).

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  2. Pero la idea de Fetjo parece sugerir que el judío es lo que es, aunque adopte el marxismo, el freudismo o el woodyallenismo, que no serían más que máscaras. Lo cual está muy en la línea de los Protocolos de los Sabios de Sión o del propio nacionalsocialismo. En fin, la cosa da para un debate amplio, que no cabe en un comentario.

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  3. Como Voltaire o José II discurre el Adriano de Marguerite Yourcenar...

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