Regreso de Sevilla en el AVE. Por la ventanilla, dehesa infinita de olivos y una tarde andaluza de sol y nubes. Ha llovido mucho. Hay un arco iris y el cielo parece imitar a una acuarela de Gaya. De pronto, surge una manada de ciervas que abrevan en una charca brillante. Y aunque viajo solo, se me escapa en voz alta:
-¡Mira, los ciervos!
Y por todo el vagón me responden los viajeros:
-Una es que es muy de supermercados.
-Qué coñazo lo de Oviedo.
-Y va una señora y se mete en el Vips y pide...
-Mercadona lo está haciendo muy bien.
Ya lo decía el otro: "Mira ciervos, y te llevarán los ojos". O algo parecido, que ya no me acuerdo bien. Y los demás, sería que no los miraban, por si acaso.
ResponderEliminar¿Funcionaría como microrrelato?
ResponderEliminarEso me pregunto yo. Los lectores dirán.
EliminarSí, sí funciona (se escuchó en el vagón).
ResponderEliminar¡Gracias! Me lo apunto.
Eliminar