Dicen Léataud, Gómez Dávila y otros que se escribe para vivir de nuevo, para vivir dos veces. Soy una persona olvidadiza. Escribiré este pequeño suceso, pues, para recordarlo. Ayer, a la salida de una clase dirigida a estudiantes de colegios que piensan entrar en la universidad el próximo año, se me acerca sonriente una chica desconocida y me dice:
-Quiero darle las gracias. Hace cinco años yo estaba en una clase de usted y a la salida le pedí que me recomendara dos libros. Usted me dijo que leyera Middlemarch y El jardín de los Finzi Contini. Y me sirvieron de mucho: me encantaron. Muchas gracias.
Llevaba yo a cuestas varias malas noches y una jaqueca a prueba de tres ibuprofenos seguidos. Esas palabras no me curaron, pero me dieron una lección de agradecimiento por su parte y un baño de vanidad por la mía.
A última hora, todavía empapado por el remojón de autoestima, lo suelto en casa y M. se me abalanza:
-¡Pero si El jardín de los Finzi Contini te lo recomendé yo!
Última lección: los éxitos son compartidos.
Quizás una de las razones por las que es tan satisfactorio esto de los blogs sobre libros ("literarios" me parece demasiado, al menos para el mío) es precisamente esto. Cuando alguien te postea de vuelta diciéndote que ha disfrutado mucho con un libro que ha leído porque un post o un comentario en tu blog le animaron a hacerlo, es una sensación estupenda. "Leemos para saber que no estamos solos"
ResponderEliminarLa última lección es la más necesaria. Aplauso (a compartir)
ResponderEliminarDe acuerdo en lo de los éxitos compartidos. Yo, que tras 16 años estoy separado, he oído la frase "te lo enseñé yo" un millón de veces. Y seguramente la he dicho otras tantas.
ResponderEliminarUn abrazo,
¡Qué sorpresa al leer esto!
ResponderEliminarLo digo de nuevo: gracias.
Un saludo,
Berta.
La sorpresa agradable ha sido la mía al leer tu blog.
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