Dice el abogado de Iñaki Urdangarín que su defendido está muy agobiado porque no para de recibir llamadas insultantes de la gente anónima. No lo dice, pero tiene toda la pinta de un linchamiento social. Como a lo mejor Iñaki busca su nombre por internet, me voy a permitir, humildemente, darle un consejo muy sencillo: que se dé de baja en la línea fija. A mí me ha ido muy bien. Además, uno ahorra algo más de treinta eurillos al mes, con lo que, si recorta de aquí y de allá, a lo mejor puede sanear su golpeada cuenta corriente.
Esto me recuerda también un editorial de El mundo que leí el otro día respecto a si el rey debía darse de baja también, o sea, abdicar. ¿Debe renunciar quien ha prestado tantos servicios a la democracia?¿Podemos olvidar treinta años de buen ejemplo por una o dos meteduras de pata? Es injusto moralmente, concluía Pedro J., y una amenaza a un sistema que ha funcionado admirablemente bien. Pero...
Lo de que valgan las razones éticas no lo tengo claro: uno no se convierte en el terror de los elefantes de la noche a la mañana. Pero lo peor es que se exhiban razones de conveniencia en tiempos en que lo único que se reclama, lo único que la gente está esperando, aunque no lo diga ni lo conciba, es un líder intachable, ejemplar, o como dijo don Álvaro d' Ors, un santo. Realmente, ¿quién espera encontrar hoy un político así en España? Si el rey no es capaz de ofrecer un espectáculo digno lo mejor es que se dé de baja. En este sentido el sistema republicano es más cínico, pero también más coherente: si el presidente no da la talla, dimite y punto, Se busca otro mejor, más digno y el sistema no se pone a temblar. Anteayer yo escuchaba en el taxi el informativo de la radio. Después del acostumbrado fuego artillero de malas noticias, nos dieron el parte médico de su majestad. "El monarca ya camina solo por la habitación", leyó el médico. En ese momento, el taxista soltó una carcajada amarga. Ése es quizá el mejor argumento para todo lo que estoy tratando de decir.
Lo de que valgan las razones éticas no lo tengo claro: uno no se convierte en el terror de los elefantes de la noche a la mañana. Pero lo peor es que se exhiban razones de conveniencia en tiempos en que lo único que se reclama, lo único que la gente está esperando, aunque no lo diga ni lo conciba, es un líder intachable, ejemplar, o como dijo don Álvaro d' Ors, un santo. Realmente, ¿quién espera encontrar hoy un político así en España? Si el rey no es capaz de ofrecer un espectáculo digno lo mejor es que se dé de baja. En este sentido el sistema republicano es más cínico, pero también más coherente: si el presidente no da la talla, dimite y punto, Se busca otro mejor, más digno y el sistema no se pone a temblar. Anteayer yo escuchaba en el taxi el informativo de la radio. Después del acostumbrado fuego artillero de malas noticias, nos dieron el parte médico de su majestad. "El monarca ya camina solo por la habitación", leyó el médico. En ese momento, el taxista soltó una carcajada amarga. Ése es quizá el mejor argumento para todo lo que estoy tratando de decir.
Parece que este rey cada vez camina más solo
ResponderEliminarSolísimo... alguien debería decírselo
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