Casi un mes en silencio. Casi un mes que no pasaba por mi blog. En ese tiempo no es que me pasara nada, salvo que en el trabajo se me acumularon los papeles, llegaron las vacaciones, seguimos teniendo cinco hijos, se estropeó el ordenador de casa, tuve que escribir un artículo de treinta mil caracteres a toda prisa (no sé donde lo hice), nos escapamos M. y yo dos días a Pau y en la noche de Reyes invitamos a más de treinta personas entre adultos y niños.
Pero en medio de todo el ruido, disfruté del silencio. Y, cosa extraña, no eché en falta el blog (la blogueína que dice Ridao). Seguramente es muy bueno dejar de hablar -de escribir- por una temporada. En la música la pausas en forma de silencio dan sentido a las sonidos. Lo mismo sucede con las palabras y las ideas.
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Este hermoso poema de José Cereijo sobre el silencio:
Calla la vieja muerte hospitalaria,
calla Dios en su cielo,
calla el amor si es hondo, y también calla,
como el dolor, el tiempo.
Para qué tus palabras, si todo lo que importa
pertenece al silencio.
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El silencio, entre algunos poetas, tiene un raro prestigio, pero a mí pocas veces me convence. Para el escritor toda la realidad está hecha para ser nombrada. Y si es cierto que la contemplación es tentadora, no lo es menos que sólo sabemos de las virtudes del silencio a través de las palabras que hablan de él. Todo, a través de las palabras. Fuera de ellas, nada.
Estoy, además de contento tras tu silencio —más inquietante si cabe teniendo en cuenta que la última entrada era apocalíptica—, muy de acuerdo con las tres partes. "Seguimos teniendo cinco hijos" me parece un acierto expresivo excelente: no sólo por la duración, sino porque nunca se les deja de estar teniendo... El poema es fascinante, porque logra que se oiga un silencio de fondo. Y la media verónica final es mi favorita, porque efectivamente.
ResponderEliminarAbrazos, E.
GRACIAS. Me quedo sin palabras...
EliminarCierto es que concuerdo con lo dicho por Enrique, Javier, pero también quiero destacar el cierre de la entrada final porque es algo así como una declaración de principios que estamparía en mi escudo, si lo tuviera. Así es que lo repetiré con el fin único de llenarme la boca - o las yemas de los dedos, para ser precisos- "Todo, a través de las palabras. Fuera de ellas, nada."
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias, Pedro, y un saludo de fin de semana.
EliminarPienso que el poema que aquí se nos ofrece (gracias) no es ejemplo de ningún descreimiento en la palabra: sólo con ellas puede haberse escrito, y es de ellas de lo que está hecho. Pero esas palabras, o cualesquiera otras que merezcan leerse, sólo pueden ser escritas o leídas desde un fondo de silencio, al que apelan y que de algún modo ellas mismas tratan de crear, o al menos de sugerir. Vivimos rodeados por el "triste ruido" de que se quejaba Cervantes, y en una cárcel más extensa que aquella en la que él pensaba. Y es contra eso, a mi entender, contra lo que hay que recordar la necesidad del silencio. Por lo demás, recuérdese que la música (o la poesía) están hechas de una combinación medida de sonido y de silencio: ambos necesarios. Las palabras que valen la pena no cuentan sólo por lo que dicen, sino también por lo que no dicen.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. El poema, creo, pone al silencio en su sitio, que es muy alto. Y más en la sociedad del ruido: no lo dije, pero lo pensé...
ResponderEliminarRevisando (lo hago a veces) apariciones recientes de mi nombre en internet, he llegado hasta aquí. Gracias por la cita, y por la generosa opinión. Yo también creo, cómo no voy a creer, en el valor de la palabra; pero, contra la presencia a veces obsesiva del "triste ruido" que dice el anónimo (curiosa aplicación de Cervantes, que quizá a él mismo le hubiera gustado), pienso que vale la pena recordar que muchas cosas importantes, quizá incluso las más importantes, ocurren en silencio, aunque sea un silencio cargado de significación. Mis versos sólo pretendían eso, recordarlo. En todo caso, repito: gracias.
ResponderEliminarJosé Cereijo