lunes, 14 de septiembre de 2009

La tentación del fracaso

A mis alumnos les suelo decir que el suspenso es muy educativo. Y conste que no creo ser un profesor que suspenda mucho. Ahora que existen toda clase de mecanismos para ayudar al estudiante a que supere los experiencias terribles del fracaso, que se prohibió por decreto el traumático "cero" y que los alumnos son cada día más sensibles (ojo, pero no más lectores de poesía), me parece que es muy bueno recordar que nada es posible sin aceptar el fracaso, más aún, sabiendo que éste es inevitable, saludable y necesario porque sólo así nos emplearemos a fondo. La vida -no sólo el colegio y la universidad- está llena de suspensos y la solución no está en negarlos sino en combatirlos.
Como me gusta llevar las cosas a mi terreno, que es la literatura, me parece, además, que no se puede escribir sin trabajar y equivocarse mil veces, y que los escritores de verdad han sufrido como salvajes para alcanzar unas cuantas páginas valiosas. Aquí van, por ejemplo, estas líneas de Julio Ramón Ribeyro, cuyo diario personal porta el título revelador de La tentación del fracaso, es decir, la tentación contra la que hay que luchar, darse de frente contra ella, no esconder la cabeza:
Lo único que yo he percibido y que le da una cierta continuidad [se refiere a su diario] es justamente ese desasosiego, esa sensación de descontento, de duda, esa constante interrogación sobre si lo que estoy escribiendo tiene algún valor, y hasta una especie de deseo de no realizar la obra definitiva, pues quizá eso me condenaría a no realizar nada más. Es la idea de seguir buscando, y de ahí surge el título: La tentación del fracaso.

4 comentarios:

  1. En otros campos tú razonamiento sigue siendo válido. Me viene a la cabeza, por ejemplo, que lo primero que me enseñaron de piragüismo fue a volcar y salir. Me vino muy bien cuando por fin caí en medio de la corriente.

    ResponderEliminar
  2. Me ha recordado este artículo de nuestro amigo EG-M. Completamente de acuerdo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Mòmo: como muy bien dices, para salir de la corriente, hay que ir a la contra: o sea, luchar para salir

    ResponderEliminar