martes, 29 de septiembre de 2009

José Antonio Muñoz Rojas



Acaba de morir, casi centenario, el poeta José Antonio Muñoz Rojas. Aquilino Duque ha escrito una preciosa reseña en su blog y yo no puedo decir nada, o casi nada, porque no lo llegué a tratar. Pero me queda el recuerdo de unos cuantos poemas de una modernidad increíble para el último representante del 27. En estos días me atreví a dar unas vueltas en torno a la palabra "felicidad" y me doy cuenta de que no supe dar con la tecla justa. Sólo faltaba que alguien pudiera hacerlo, dirá alguno. Y tendría razón si no fuera por Muñoz Rojas quien, con claridad admirable, encontró el tono y la verdad en estos versos:

La dicha, qué es la dicha? (La palabra
no me hace feliz, dicho de paso). Yo diría
que es sencillamente ir contigo de la mano,
detenerse un momento porque un olor nos llama,
una luz nos recorre, algo que nos calienta
por dentro, que nos hace pensar que no es la vida
la que nos lleva, sino que nosotros somos
la vida, que vivir es eso, sencillamente eso.

6 comentarios:

  1. Estoy en parte de acuerdo contigo con que la felicidad se halla en el curso sosegado de los días, y en lo pequeño, porque a veces el presente (y ello es un tópico, lo sé), es tan inapreciable e inasible que sólo lo valoramos retrospectivamente, casi como un acto de contrición. Ocurre, sin embargo, que en las turbulencias también se cifra una clase de felicidad digamos de otra frecuencia, horrísona a veces. Esta segunda también me gusta.

    Te agradezco las recomendaciones de autores.

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  2. Gran verdad la que señalas. De todas maneras, normalmente nuestras turbulencias son también pequeñas cuando se miran con ojos más grandes: basta pensar en otras desgracias.

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  3. Acabamos de volver de la misa "corpore insepulto" en el Carmen Descalzo de Antequera, donde la abadesa, muy teresianamente, dispuso que las campanas no doblaran, sino tocaran a gloria. Incipit vita nova, que dijo el otro, pero en las alturas.

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  4. Preciosa anécdota. Muchas gracias, Aquilino.

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  5. Te devuelvo la visita como Dios manda, agradecida y encantada de llegar a esta casa de la mano de Muñoz Rojas.
    Has elegido un poema bellísimo.
    Un abrazo

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  6. Mery: pues nada, ya estamos conectados, como se dice. Abrazos

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