viernes, 28 de agosto de 2009

El mejor país del mundo

¿A dónde te irías a vivir si tuvieras mucho, pero muchísimo dinero? En esto andábamos hablando con Pilar y Juan, y ellos propusieron Londres para todo el año y una isla griega para las vacaciones. Supongo que estarán muy bien las dos propuestas, porque nuestros amigos saben de lo que hablan, pero no conozco Londres y la isla debería tener un buen servicio de bomberos, por si los fueguitos veraniegos. Para poder opinar tendría que haber viajado más. Si lo considero fríamente, tal vez elegiría Bruselas, una ciudad cómoda y aburrida. Tiene un clima espantoso, pero a cambio es tranquila y posee un excelente nivel de vida y una buena oferta cultural. Si pongo el corazón, me quedaría con cualquier rincón de Italia -el país más bello-, Argentina -el que más satisfacciones me ha dado-, o Portugal -donde la gente es más educada. Está claro, sin embargo, que estos países son, por su forma de ser, de lo más cercano a España, así que parece que no tengo demasiadas ganas en cambiar de lugar.
Cuando uno es joven, cree que si cambia de aires, su suerte se transformará. En el fondo piensa con firmeza e ingenuidad que sus problemas se deben al decorado y curiosamente no cae en la cuenta de que a lo mejor todos sus males están dentro y no fuera de uno. Ahora que releo el diario de Julio Ramón Ribeyro noto con cierta ternura cómo sale del Perú hacia Europa esperando que sus frustraciones desaparezcan al llegar al anhelado París. Nada de eso, por supuesto. Entre los veinte y los treinta y tantos años va dando tumbos por Francia, España, Alemania o Bélgica hasta que sienta la cabeza en París... y no por eso deja de quejarse. Quizá suceda que los seres humanos tendemos a mirar toda nuestra vida en horizontal, creyendo que un movimiento a lo largo de este eje transformará nuestra posición. Pero la ciencia nos enseña que hay otro eje de coordenadas, el vertical, y por mucho que nos movamos a ras de suelo, no nos habremos movido de forma absoluta. Leopoldo Marechal lo vio muy bien cuando, en una carta a un amigo desde Europa, le escribió: "Con el paso del tiempo, amigo Horacio, he descubierto que de París al cielo hay la misma distancia de que de Buenos Aires al cielo".

6 comentarios:

  1. Estupenda columna de opinión sería. (Estupenda entrada ya lo es.)

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  2. Te estás ganando lectores italianos, argentinos y portugueses...

    Una isla en el Egeo es maravilloso. Mar azul, callejones angostos y balcones con flores en casas blancas. Y la huella de San Pablo...

    Y esas islas (donde nunca estuve) hasta parecen más cerca del cielo, pero tal como dices, no es así, y el cambio lo debe hacer uno.

    En otro plano se podría decir que algunos ambientes ayudan a elevarse. Y Buenos Aires, en vez de pasar tantos años antiguos tratando de parecerse a París, podría haber tratado de acercarse más al cielo.

    Pero me estoy yendo por las ramas...

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  3. Debo decir que sí he estado una vez en Grecia y allí hay cielo y es azul, que diría Argensola... Muchas gracias a los dos por los comentarios.

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  4. Parece que lo cambiante es la distancia desde uno mismo al cielo... eso sí que varía sin que importe dónde rayos estás.
    Gracias por tus comentarios,
    María.

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  5. Totalmente de acuerdo con María. La distancia al cielo no se mide desde una ciudad o enclave maravilloso, sino desde el alma.

    Por otro lado, cuando no eres feliz y decides hacer las maletas e irte a otro lugar, en el equipaje llevas tus frustraciones, complejos, porque eso va contigo a todos lados, dentro de ti. Soy de las que piensa que no es el entorno lo que te influye, sino tu forma de verlo.

    El mejor país del mundo puede ser cualquiera, desde el prisma de una persona optimista y feliz consigo misma.

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