"Yo leo mucho, pero luego no me acuerdo de nada". Es una frase que todos hemos escuchado o que muchas veces hemos sentido como propia. Pero no es cierta. En la lectura, como en la comida, todo se aprovecha. Quien se alimenta de best-sellers, normalmente se convertirá en un coleccionista de lugares comunes. Y si uno se procura buenos libros, tarde o temprano y sin darse cuenta, su lenguaje y su mundo se harán más ricos y complejos.
De todas formas, quizá es conveniente escribir después de leer, de la misma forma que es bueno pensar algo sobre qué es lo que nos llevamos a la boca. Antes, cuando tenía tiempo y la vida no era como un ataque de comanches borrachos (Miguel d'Ors dixit), me entretenía haciendo fichitas sobre los libros que pasaban por mis manos. Allí metía frases que me llamaron la atención, escenas, el resumen del argumento... Además, seguía muy ordenadamente un criterio para escoger los libros. Ahora que el verano ya pasa de la mitad, veo que he estado leyendo mucho, pero a voleo. De todas formas, sigo creyendo que es muy bueno escribir algo, aunque sea una sola frase sobre cada libro que pasa por las manos de uno. Aquí va una lista improvisada de últimas lecturas, por si alguien le sirve, empezando por mí.
De todas formas, quizá es conveniente escribir después de leer, de la misma forma que es bueno pensar algo sobre qué es lo que nos llevamos a la boca. Antes, cuando tenía tiempo y la vida no era como un ataque de comanches borrachos (Miguel d'Ors dixit), me entretenía haciendo fichitas sobre los libros que pasaban por mis manos. Allí metía frases que me llamaron la atención, escenas, el resumen del argumento... Además, seguía muy ordenadamente un criterio para escoger los libros. Ahora que el verano ya pasa de la mitad, veo que he estado leyendo mucho, pero a voleo. De todas formas, sigo creyendo que es muy bueno escribir algo, aunque sea una sola frase sobre cada libro que pasa por las manos de uno. Aquí va una lista improvisada de últimas lecturas, por si alguien le sirve, empezando por mí.
-Sue Grafton: D de deuda. Novela policial bien hecha. Buena para entretener. La protagonista, antecesora de tantas mujeres detectives actuales.
-Petros Márkaris: Defensa cerrada. La leí en recuerdo de un viaje maravilloso a Atenas con mi mujer. Buena evocación de la sociedad griega, pero algo complicada la trama. Como en las novelas de Chandler, te pierdes.
-Petros Márkaris: Defensa cerrada. La leí en recuerdo de un viaje maravilloso a Atenas con mi mujer. Buena evocación de la sociedad griega, pero algo complicada la trama. Como en las novelas de Chandler, te pierdes.
-Gonzalo Contreras: Los indicados. Libro de relatos. Cómo se estropean diez ideas por culpa de una mala ejecución. Edición con erratas.
-Juan Villoro: Efectos personales. Ensayos de valor desigual, pero con fogonazos. Éste es uno de ellos: "El autor tocado por la gracia no profiere visiones de chamán ni aspira a revelar Valores Eternos; es alguien que coloca en una repisa el objeto inolvidable".
-J.M. Coetzee: Infancia. Memorias amargas de un niño malcriado. Buena traducción de Juan Bonilla.
-John Le Carré: Llamada para un muerto. Le Carré no me consigue atraer del todo, a pesar de su buen oficio. Demasiado deprimente, quizá, o tal vez es que las novelas de espionaje están pasadas.
-Muriel Spark: Mujer al volante. Como todo lo de Spark, original y sugerente. Inquietante novela breve sobre una mujer desquiciada con un sentido del humor muy peculiar. Lo interesante es el punto de vista, siempre exterior al personaje, de forma que nunca sabemos bien por qué actúa de una forma tan extravagante.
-Elizabeth Gaskell: La casa del páramo. Para victorianos irredimibles.
-Natalia Ginzburg: Querido Miguel. Novela epistolar sobre el lado triste de las relaciones familiares. Inolvidable retrato de la madre del protagonista.
-Natalia Ginzburg: Las palabras de la noche. Recuerda más a Léxico familiar que a Querido Miguel. Acumulación de historias familiares ambientada en la Italia de entreguerras. Muy bien, aunque el resultado parece algo "puntillista". Hay tantísimas anécdotas en una novela tan breve que cuesta hacerse una visión de conjunto.
-María Rosa Lojo: Cuerpos resplandecientes. Cuentos elegantemente escritos sobre santos populares argentinos acompañados de un prólogo interesante en donde se revela la investigación llevada a cabo sobre el tema. No son relatos hagiográficos ni santos canonizados por la Iglesia.
-Enrique Baltanás, Medidas provisionales, y Eugenio Montejo, Terredad: Dos joyitas de poesía, cada una clásica a su modo.
-Jorge Ibargüengoitia: Estas ruinas que ves. Retrato de la vida en una universidad provinciana de México (es Guanajuato, cuna del escritor). Es muy raro el caso de un escritor de valor literario y al mismo tiempo que consiga hacer reír. Muy divertida.
-Edmundo Paz Soldán: El delirio de Turing. El planteamiento es muy interesante al internarse en el mundo de internet, sobre todo en las historias relacionadas con los personajes adolescentes. Pero la trama, a partir de la mitad, empieza a ser previsible y algunas historias dejan de interesar. Algunas observaciones sobre las posibilidades de internet suenan didácticas.
- Diarios de Ribeyro y Jünger. Para leer y releer.
-Juan Villoro: Efectos personales. Ensayos de valor desigual, pero con fogonazos. Éste es uno de ellos: "El autor tocado por la gracia no profiere visiones de chamán ni aspira a revelar Valores Eternos; es alguien que coloca en una repisa el objeto inolvidable".
-J.M. Coetzee: Infancia. Memorias amargas de un niño malcriado. Buena traducción de Juan Bonilla.
-John Le Carré: Llamada para un muerto. Le Carré no me consigue atraer del todo, a pesar de su buen oficio. Demasiado deprimente, quizá, o tal vez es que las novelas de espionaje están pasadas.
-Muriel Spark: Mujer al volante. Como todo lo de Spark, original y sugerente. Inquietante novela breve sobre una mujer desquiciada con un sentido del humor muy peculiar. Lo interesante es el punto de vista, siempre exterior al personaje, de forma que nunca sabemos bien por qué actúa de una forma tan extravagante.
-Elizabeth Gaskell: La casa del páramo. Para victorianos irredimibles.
-Natalia Ginzburg: Querido Miguel. Novela epistolar sobre el lado triste de las relaciones familiares. Inolvidable retrato de la madre del protagonista.
-Natalia Ginzburg: Las palabras de la noche. Recuerda más a Léxico familiar que a Querido Miguel. Acumulación de historias familiares ambientada en la Italia de entreguerras. Muy bien, aunque el resultado parece algo "puntillista". Hay tantísimas anécdotas en una novela tan breve que cuesta hacerse una visión de conjunto.
-María Rosa Lojo: Cuerpos resplandecientes. Cuentos elegantemente escritos sobre santos populares argentinos acompañados de un prólogo interesante en donde se revela la investigación llevada a cabo sobre el tema. No son relatos hagiográficos ni santos canonizados por la Iglesia.
-Enrique Baltanás, Medidas provisionales, y Eugenio Montejo, Terredad: Dos joyitas de poesía, cada una clásica a su modo.
-Jorge Ibargüengoitia: Estas ruinas que ves. Retrato de la vida en una universidad provinciana de México (es Guanajuato, cuna del escritor). Es muy raro el caso de un escritor de valor literario y al mismo tiempo que consiga hacer reír. Muy divertida.
-Edmundo Paz Soldán: El delirio de Turing. El planteamiento es muy interesante al internarse en el mundo de internet, sobre todo en las historias relacionadas con los personajes adolescentes. Pero la trama, a partir de la mitad, empieza a ser previsible y algunas historias dejan de interesar. Algunas observaciones sobre las posibilidades de internet suenan didácticas.
- Diarios de Ribeyro y Jünger. Para leer y releer.
¿Has leído El jardinero fiel, de Le Carré? No es espionaje al uso, aunque sí algo oportunista. La versión para el cine es buena, si prefieres la imagen. No dejes de apuntar, aunque sea sólo una línea; al cabo del tiempo esas pocas palabras son de gran utilidad, sin ir más lejos para los que te leemos. Gracias,
ResponderEliminarMaría.
Ya me he pedido (de la Biblioteca América de la USC, que lo tenían; por cierto, que quizá te pudiese interesar visitarla) el libro de Ibargüengoitia, a ver si es buena 'novela de campus'. A mí me gustó Pnin (y menos Carlota Feinberg, de Muñoz Molina).
ResponderEliminarY estaría bien que hablases un día de los Diarios de Ribeyro: los cuentos me gustaron mucho hace años, pero los Diarios no los he leído.
Y yo soy un gran fan de John le Carré.
No, no he leído El jardinero fiel ni he visto la película (es un tema que me da una tristeza tremenda). Voy a leerla. muchas gracias, María. Era la novela de Le Carré que me daba cierta curiosidad.
ResponderEliminarBueno, Estas ruinas que ves no es exactamente una novela de campus, entre otras cosas porque ni los personajes son profesores universitarios dignos de tal nombre ni la misma universidad... bueno, si la lees, verás por qué lo digo.
ResponderEliminarDe los diarios de Ribeyro hablraé con muhcvo gusto, porque Ribeyro es de los "míos" y, además, tengo que escribir ahora alguna cosa más sesuda sobre sus diarios.
Bella recomedación la de escribir aunque sea unas líneas acerca de cada libro. Para que sea más brillante en la memoria. Como dices, nada se pierde, todo se transforma. Beso gigante!
ResponderEliminarHola, me encantaria encontrar Mujer al volante de Muriel Spark, por favor me podrias indicar donde la conseguiste?
ResponderEliminargracias
Míriam
Me temo que la encontré en una edición vieja, como de 1970, en una biblioteca de Nigrán, Galicia, donde estaba veraneando. La edición era de la colección Áncora y Delfín de la editorial Destino. No sé de otra.
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