viernes, 21 de agosto de 2009

Espera

Después de veinte años de soledad, Penélope está harta de esperar a Ulises. Lo de destejer por la noche lo que había tejido durante el día, ha sido un truco demasiado pesado: se cansó después de dos semanas y lo abandonó ella solita. En realidad, Penélope ha estado dando largas a los pretendientes (cada día más gordos de tanto gorronear en la despensa) con la excusa de que tenía muchos libros por leer, treta que ha funcionado de maravilla, porque no hay cosa que más les espante a esos zánganos que una mujer intelectual. Además, es verdad: ha leído muchísimo últimamente. Ha leído en algunos relatos posmodernos que ella, cansada de aguardar a su marido, o bien se ha ido con otro hombre, o se ha hecho lesbiana o ha fundado un partido político. Todas esas posibilidades le horrorizan. Ha leído también en un tal Homero que Ulises ha estado varios años encerrado en una isla en compañía de una fulana llamada Calipso. Tampoco esto puede ser verdad. Ella sabe que todo lo que ha leído es ficción. Ella sabe que la realidad es distinta. Ella sabe que Ulises le es fiel con toda seguridad. Mientras cavila sobre todo esto, a pocos metros de allí un mendigo está a punto de llamar a las puertas del palacio de Ítaca.

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