sábado, 8 de agosto de 2009

A la rica playita

Ayer pasé al lado del televisor de casa y fui interceptado por unas imágenes de la playa Victoria y mi catedral de Cádiz al fondo. En el programa contaban algo sobre no sé qué polémica acerca de que el ayuntamiento iba a poner multas a los nudistas que se aproximaran a la playa. La locutora televeraniega se ponía alegremente a favor de los desnudos y terminaba con un chiste agudísimo sobre poner el culo al aire de la alcaldesa.
A mí la desnudez ni me parece mal ni bien. Como el uso de la ropa, depende del lugar en el que se practique. Por eso no creo que un espacio público sea el mejor de todos. Por lo demás, no me gusta ver a mucha gente en pelotas: dan demasiada sensación de ser masa pura, informe. A pesar de ciertos recurrentes reportajes fotográficos, un grupo de hombres y mujeres desnudos y bien juntitos es lo más semejante a una manada de ñúes. Todos parecen iguales. En cambio, el desnudo individual resulta humano: puede ser hermoso, deforme, sensual, patético, incluso tal vez inteligente.
Hace unos años escribí un poema que algo tiene que ver con esta idea, aunque no se tratase de nudismo puro. Se llamaba "Playa de fábula", pero también podría ser "Visión de una playa de tarde de agosto con la marea alta".


En verano es hermoso contemplar
la Naturaleza en estado salvaje
dos caracoles se besan en la arena
maese Zorro marca su territorio
meándose en el agua
los perritos entierran sus cositas
Mamá Perra alimenta a su familia
Don Cerdo escupe huesos de melocotón
Abuela Vaca exhibe sus tetas lamentables
y un niño está en su rincón
dibujando un sol muy chiquitito.

3 comentarios:

  1. ¿Y cuál es la moraleja? ¿No bajes a la playa en domingo o no bajes con la marea alta?

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  2. Bueno, no sé si hay moraleja. Desdeluego, una advertencia, sí.

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