sábado, 30 de mayo de 2009

Lecciones de historia de España

Leído en El 19 de marzo y el 2 de mayo (tercer Episodio nacional de Pérez Galdós):
Al protagonista, Gabriel Araceli, lo han enchufado en un puesto funcionarial de intérprete de lenguas. El único idioma que se supone que conoce es el latín, utilísimo para las relaciones internacionales, como se sabe. Lo malo es que no tiene ni idea de latín ni de nada. Para colmo, coincide la situación con el motín de Aranjuez. Godoy, el todopoderoso y corrupto Príncipe de la Paz, que es quien le ha colocado, acaba de caer de su pedestal. Entonces, el licenciado Lobo, enemigo personal de Araceli, aprovecha para sacar tajada del asunto y suelta a continuación estas lindezas:
Este joven parece que sabe latín y compuso un poema en versos latinos; y algunos de los alcahuetones que lo leyeron fueron con el cuento al Príncipe, diciéndole que mi niño era un portento de sabiduría. ¡Mentiras y más mentiras! Ya se ve: cuando en la secretaría de Estado recibieron el volante se escandalizaron, porque ya había caído el Príncipe de la Paz, y aquellos eminentes repúblicos, después de poner en la calle a Moratín, esperaron a que se presentara este prodigio, si no, para colocarle, para verle al menos. Pero yo ando tras el objeto de que coloquen allí a un primo mío que sabe tres lenguas: el valenciano, el gallego y el castellano.

viernes, 29 de mayo de 2009

Epifanía


Que los Reyes Magos eran los padres fue la primera verdad amarga de su vida. Ahora, muchos años después y en la noche del 5 de enero, tumbado en la cama del hospital, repasaba agónico tantas otras verdades de una existencia, la suya, que no había sido ni agria ni dulce, sino más bien una combinación de los dos sabores. ¿Qué fue de su primer amor? ¡Qué dulce la mirada de ella en la primera noche! ¿Dónde estaría aquel amigo que le engañó? Era tan hermoso volver a ver el sol de su infancia… Pero ahora, rodeado de sus hijos y nietos, sólo esperaba a la muerte. Tosía, y a intervalos perdía la respiración. Desde hacía algunos días había dejado de hablar. A ratos seguía recordando, a ratos perdía la conciencia. Miró hacia arriba; todavía podía adivinar el brillo metálico de la lámpara. Escuchó el sonido de algunos rezos a su alrededor. De golpe perdió la vista para recobrarla de nuevo. Pero ahora ya no se encontraba en la sala de antes. Había un pasillo con una luz y, al fondo, estaban sus padres -¡los Reyes!- aguardando para darle un abrazo.

jueves, 28 de mayo de 2009

Tormenta de primavera

Para quienes tenemos la superstición del papel impreso es una estupenda noticia el que haya aparecido el libro Lo que haya llovido de Enrique García-Máiquez. Como seguramente saben casi todos, se trata de una antología de su propio blog hecha por el autor. Aquí al lado, arriba a la derecha, he puesto su dirección en un lugar preferente.
Desde el nacimiento de los rayos y truenos, he sido un secreto seguidor de sus entradas y salidas. No comentaba nada por pudor y por ignorancia, pero me divertía y me asombraba leyéndolo una y otra vez. García-Máiquez ha comprendido que el blog es un nuevo género literario y le ha sacado un partido magnífico.
Con tiempo y en frío podría decir muchas cosas buenas de este libro imprescindible, pero me siento todavía muy cerca de él como para distanciarme y verlo con perspectiva. Sólo se me ocurre una ahora: García-Máiquez sabe que en estos tiempos posmodernos hay que jugar la carta del humor. Y, como buen maestro, recurre a otros que ya han seguido la misma senda: Chesterton, Mario Quintana o Miguel d'Ors, por citar algunos. Si bien se mira, estos tres escritores comparten una visión antisolemne, cómica y a la vez trascendente de las cosas. A veces sus comentarios pican, pero su sátira, por decirlo con palabras de Marechal, "puede ser una forma de la caridad, si se dirige a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres". El humor de Enrique se siente de la misma manera, no es agresivo ni vulgar, sino inteligente y luminoso. Gracias a él vemos mejor el contorno de las cosas. Es el humor de la luz después de la tormenta, después de todo lo que ha llovido.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Definición de la Quimera

Para conocer el origen de esta palabra hay que ir a la mitología griega, donde se nos informa de que la Quimera era un monstruo híbrido de león, cabra y dragón. Según algunas versiones tenía tres cabezas inverosímiles con las que se dedicaba a aterrorizar poblados y a comerse rebaños de ovejas inocentes. Un héroe de segunda fila, un tal Belerofonte, se la cargó de un lanzazo. Pero los dioses se apiadaron de la criatura y llevaron su espíritu hasta un pastor que andaba por allí. No sólo eso: le concedieron el don de la inmortalidad. El pastor con alma de monstruo se convirtió en ladrón de ovejas y salteador de caminos. Por más que las autoridades enviaron patrullas para cazarlo, nunca lo atraparon y sobrevivió a guerras, terremotos, epidemias y toda clase de calamidades. Con la llegada de la modernidad se aburrió de la carne de oveja y pensó dedicarse a otros oficios más adecuados a los nuevos tiempos. Entonces empezó su carrera pública y a prometer lo que ahora denominamos quimeras en su honor: a los trabajadores el aumento de los salarios, a los jubilados la subida de las pensiones, a los empresarios la flexibilidad del empleo, a las familias numerosas unas ayuditas a final de mes, etc. Y siguió devorando rebaños tan a gusto.

martes, 26 de mayo de 2009

Mezquita con gambas

Debía yo de tener unos seis o siete años. Mis padres nos llevaron a Córdoba de viaje y después de un paseo caluroso por los alrededores acabamos entrando en la mezquita. Seguramente fue porque veníamos de la luz cordobesa del mediodía y el contraste con la penumbra me impresionó. Al mirar hacia arriba -a esa edad los niños siempre miran hacia arriba- yo no vi la sinfonía de arcos de herradura con dovelas rojas y blancas. Yo vi un montón de gambas de piedra, una detrás de otra, perdiéndose las últimas en la oscuridad. Mientras avanzábamos por las galerías, mi padre nos llevaba de la mano e iba explicándonos la mezquita, señalando las diferencias entre el arco cristiano de medio punto y el musulmán, pero yo sólo pensaba en el sabor salado y rojiblanco de los arcos, o sea, en las gambas. Yo no no veía la mezquita, me la estaba comiendo. Al salir sentí que me había dado un atracón de marisco y creo que por eso durante algún tiempo no volví a probar las gambas en la vida real. Ya me había llegado con las que comí en mi imaginación.
Es notable cómo la edad va acabando con estas sensaciones desaforadas que tan cerca están de la poesía. "El niño es el padre del hombre", sentenciaba Wordsworth. A uno le gustaría colarse por algún túnel y volver a contemplar las cosas con esa sorpresa, ese disparate, que te daba la niñez. Años después regresé de adulto a Córdoba y traté de hacer un ejercicio de memoria, como la madalena de Proust, pero no me salió. Para compensar el fracaso, me fui con mi mujer y unos amigos a tomarme una cañita con gambas en un bar de carretera.

lunes, 25 de mayo de 2009

Un descubrimiento extraordinario

Estoy tan nervioso que no tengo más remedio que publicar esto cuanto antes. La profesión de filólogo es más bien rutinaria y ya no se hacen, ni por casualidad, descubrimientos de importancia. Hasta ayer. Ayer estaba ordenando los libros de mi biblioteca cuando, de repente, cayó a mis pies uno, cuyo título no debiera llamarme la atención: Ficciones de Jorge Luis Borges. Sin embargo, cuando me agaché a recogerlo, leí en la portada "Prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero". La fecha era de 2001 y la edición correspondía a la biblioteca El Mundo de los 100 mejores libros de la literatura del siglo XX. Alguno recordará que se trataba de una colección de cien libros prologados por ilustres académicos y narradores: Víctor García de la Concha, Francisco Rico, Soledad Puértolas, Gustavo Martín Garzo, etc. Y, claro, en El Mundo no se habían olvidado de aquel muchacho que aspiraba a liderar el PSOE en aquella época. De inmediato me abalancé hacia el copioso estudio de dos páginas y devoré todo su contenido.
Lo primero que llama la atención es su estilo impecable, la elegante monotonía de sus repeticiones: "Prologar a Borges resulta muy difícil cuando Borges es el prólogo de uno mismo, y es eso exactamente lo que le ocurre a este prologuista" (pág. 2). Pero sobre todo las palabras, la fuerza de sus palabras. Algunas de ellas iluminan la personalidad, no sólo de Borges, sino de su prologuista. Ahora sabemos , por ejemplo, cuál es la enfermedad, el mal del siglo, que le aqueja desde hace tiempo a Zapatero: la enfermedad de Borges. Cito:
"Durante un tiempo, cuando era más joven, estuve enfermo de Borges, todavía no estoy seguro de haberme curado. Cuando uno enferma de Borges te preguntas por qué la gente sigue, seguimos, escribiendo" (pág.1).
Dos revelaciones en esta cita: primero, Zapatero todavía se sentía joven en 2001 (dice: "cuando era más joven"); y segundo, por aquella época escribía (dice: "escribimos"). ¿Por qué dejó de escribir entonces? ¿Por qué se convirtió definitivamente en lo que es hoy? ¿Por qué siguió en la política? Por Borges. La culpa la tuvo Borges.
Quien esté pensando que a lo mejor todo esto no lo escribió Zapatero, se equivoca. Y, si no, léase lo siguiente:
"Quizás la tarea que se propone Pierre Menard al tratar de escribir el Quijote no sea tan extraña, uno se ve haciendo muchas veces cosas parecidas a las que intentó Menard, como ocurre ahora" (pág. 2).
No: Zapatero no plagia. Hace lo mismo que Menard, es decir, si recordáis el cuento borgiano, Menard es un escritor del siglo XX que se "olvida" del Quijote y luego lo escribe de nuevo, con las mismas palabras. Pero no plagia, qué va. Es igual que Zapatero, como él mismo reconoce en esta última cita, aunque se vea haciendo "muchas cosas parecidas a las que intentó Menard, como ocurre ahora".
Estoy convencido de que la joya bibliográfica que poseo despertará el interés de los miles de estudiosos borgianos y desde hoy me ofrezco a dirigir cuantas tesis doctorales sean necesarias para aclarar los puntos oscuros del texto. Creo también que pueden abrirse varias líneas de investigación de interés prioritario: por ejemplo, "Literatura y poder en el León de finales del siglo XX", "Gamoneda, Borges, Zapatero: ¿una tríada intertextual?", "Una nueva polémica: ¿El Quijote es de Menard o de Zapatero"?, "Tema del traidor y del héroe: Otegui, ese hombre", "Borges y la intimidad de sus hijos (literarios)". En fin, que estoy que no me cabe la camisa en el cuerpo, porque tengo en los próximos meses que pedir una subvención al ministerio y con este descubrimiento seguro que consigo alguna ayudita, aunque estemos en crisis.

sábado, 23 de mayo de 2009

Repertorio de novias

Un buen microrrelato puede escribirse de muchas formas. Y como prueba para los escépticos presento este divertido texto de Alejandro Dolina titulado "Novias de Jorge Allen" y extraído de sus Crónicas del Ángel gris.

Se consignan sólo aquellas que hayan permanecido al menos tres meses junto al poeta.
*Pamela Gómez (Yeyé).
Morocha. Lo dejó.
*Inés Parolo (Torito)
90-58-90. Lo dejó.
*Elsa Belatti (La gorda)
95-70-95. Engordó.
*Luisa Castro (Ánfora etrusca)
90-60-100.
*Amelia Duval.
Primer noviazgo. 93-61-90. Viajó.
*María Emilia Longo (La pechugona)
100-60-90. Fue abandonada.
*Silvia Garcerón (La loca)
92-62-92. Fue abandonada.
*Amelia Duval
Segundo noviazgo. 95-61-90. Fue abandonada.
*Luoise Osborne (La americana).
90-60-90. No comprendía el idioma.
*Luz Vasallo (Luz)
93-65-90.
* Amelia Duval
Tercer noviazgo. 97-61-90. Se fue con otro.
*Celia Duval (La hermana)
90-60-86. Intervino el padre.
*Juana Llanos (La paisanita)
85-60-90- Se fue a vivir al campo.
*Leonor Vazzari (La ingeniera)
97-62-90.
*Amanda C. de Duval (La vieja)
104-80-150. Intervino el marido.
*María José González del Cerro (La tonta)
80-60-80. Fue abandonada.
*Amelia Duval
Cuarto noviazgo. 99-61-90. Lo dejó.
*Jessica Morán (La nena)
90-61-84. Intervino la policía.
*Laura Salomone (Laura)
90-60-86. Lo dejó.
*Irene López (Laura)
87-57-86. Lo dejó.
*Laura Ortiz (Laura)
90-61-89. Lo dejó.
*Laura Pintos (Laura)
95-59-87. Lo dejó.
*María Laura Garrido (Laura)
100-62-92. Lo dejó.

viernes, 22 de mayo de 2009

El Arca de Noé

Noé y su esposa Naama fueron llenando el arca. Cada especie debía estar representada rigurosamente por una pareja a fin de asegurar el sagrado principio de la igualdad: el león y la leona, el gato y la gata, la culebra y el culebro, el rinoceronte y la abada, el saltamontes y la saltamontañas, el pavo y la xola, el elefante y la elefanta, la hormiga y el hormigo, la cabra y el cabrón, etc.
Cuando estuvieron dentro todos los pasajeros y todas las pasajeras, Noé y Naama dijeron a la vez que ya estaba todo listo. Entre los dos cerraron la puerta o portalón y esperaron a que llegase el diluvio o la lluvia gigantesca. Tras cuarenta días y cuarenta noches, pensaron en mandar un emisario o emisaria para saber si había vida más allá del mar o la mar visibles. A estribor se lanzó una paloma y a babor un palomo. Después de otros cuarenta días con sus noches, llegaron el palomo y la paloma al mismo tiempo portando una rama de olivo cada uno y cada una. Se planteó entonces la siguiente duda o dilema: ¿a quién hacer caso? ¿Quién llegó en primer lugar? Noé aseguraba haber visto al palomo desde muy lejos llevando su ramita, mientras ella estaba ocupada dando de comer al ciempiés y la ciempesa. Pero Naama respondía que eso era imposible porque Noé era un vago egoísta que no colaboraba en las tareas del arca y se pasaba el tiempo mirando a las musarañas y musaraños. Como formaban una pareja moderna, la sabiduría se impuso al final. “Hagamos dos arcas”, dijo cualquiera de los dos. Con un hacha empezaron a cortar el barco o embarcación mediante un reparto equitativo. A un lado se quedaron Noé y el león, el perro, el rinoceronte, el culebro, el saltamontes, el pavo, etc. y los tres hijos habidos de su relación con Naama, a saber, Cam, Sem y Jafet. Al otro se quedaba Naama, encantada de dejar el cuidado de los niños a su padre (que ya le tocaba), junto a la leona, la perra, la culebra, la abada, la saltamontañas, la xola y otro largo etcétera.
Una vez el arca se partió del todo, las dos mitades se quedaron flotando por unos segundos. Luego el agua empezó a mojar las tablas. Nadie gritó porque no dio tiempo. Las dos mitades se fueron al fondo del mar, mientras se veía acercarse las aletas de un puñado de tiburones y tiburonas que se habían negado a meterse en el arca por razones obvias.


jueves, 21 de mayo de 2009

Educación sexual

A los niños hay que decirles siempre la verdad, proclamaban Les Luthiers.
Volvía mi mujer del colegio con los niños cuando, del fondo del coche, sonó la voz del pequeño, Tomás, de siete años:
-Mamá, ¿qué es violar?
Silencio.
Marina se acuerda de aquello de que siempre hay que anticiparse, de que no hay que mentir, de que hay que contar las cosas con naturalidad.
-Pues... eeeh...es cuando... un hombre pega a una mujer.... eeeeh.... y después...
No parece haber ayuda entre los hermanos mayores.
-Bueno, pues entonces, uf, le pega y la obliga...
-¡A casarse con él!, dice Luis, que tiene nueve años y su padre le explicó el otro día algunas cosas.
-No, no, no, es cuando le pega y la tira al suelo y luego ella tiene que tener relaciones sexuales con él.
Otro silencio.
Luego habla Tomás:
-No, si yo no he leído eso. Yo digo: ¿qué es violar la ley?

miércoles, 20 de mayo de 2009

Síntesis

Por si algún cervantista se mosqueó con la entrada anterior, ahí va este microrrelato:



-Oye, tú que debes de ser el único que lo ha leído, ¿no me podrías hacer un resumencito del Quijote?

-El protagonista, Don Quijote, es un hombre que se vuelve loco por leer libros de caballerías y decide hacerse caballero andante. Después de unas primeras aventuras bastante desastrosas, regresa al pueblo dolorido y magullado. Hay un episodio muy curioso en que sus amigos le queman toda la biblioteca, porque consideran que es la causante de sus males. Pero no sirve de nada: él sigue en su empeño y convence a un palurdo, Sancho Panza, para que le acompañe en una segunda salida. Así que salen y vuelven a recibir más palizas. Ahí está, por ejemplo, el famoso capítulo de los molinos La crítica ha hablado de la sanchización de Don Quijote y la quijotización de Sancho, pero…

-Corta el rollo. Resúmelo más, a ver si me vale la pena leerlo o me veo la versión en cómic que acaba de salir.

- Vale: el hombre loco del que te acabo de hablar sale de su casa y se hace caballero andante. Todos se ríen de él y recibe palizas y toda clase de bromas crueles. Al final, cansado de todo, regresa a su hogar ya cuerdo y muere…

-Un poco soso, ¿no? Resúmelo más…

-El hombre se vuelve loco, sale a correr aventuras, vuelve a casa y muere. Fin.

-Pero, ¿cuál, cuál, es la idea principal? ¡Un resumen de verdad, por favor!

-El Hombre.

Daniel Pennac dixit: "La primera cualidad del profesor es el sueño. El buen profesor es el que se acuesta temprano". Sí, ¿pero y qué pasa si te despiertas a las cuatro de la madrugada por culpa de un endecasílabo, o de un microrrelato, o de una idea para un artículo o-como ahora- de una entrada para el blog?
Que mis alumnos me perdonen.

martes, 19 de mayo de 2009

No me gustan los centenarios

Va a resultar un poquitín contradictorio con las entradas del fin de semana pasado, pero qué se le va a hacer. Trataré de ser más claro: lo que en realidad no me gusta es todo ese sarao que se organiza en torno a las conmemoraciones de los difuntos más ilustres. Por poner un ejemplo concreto: España y Miguel de Cervantes.
Cada veintitres de abril suceden cosas raras, como, por ejemplo, que mucha gente pase un rato del día leyendo un capítulo de un libro que no han leído entero jamás. Esto de las cosas raras ocurre cuando no se trata ni se quiere de verdad a las personas. Y los libros son como las personas: se les conoce y se les ama en la intimidad.
Por culpa del centenario quijotesco de 2005, no digo yo que se vieran señales en el cielo, pero casi. El presidente Zapatero, por ejemplo, terminó, o estuvo terminando, el Quijote. Este mismo libro se aupó a la lista de los más vendidos (creo que era el CIS quien hacía la lista ese año) después de El código Da Vinci. Todo rarísimo, porque yo, en la playa, me harté de ver Códigos, pero ningún Quijote. Y lo más abracadabrante de todo fue la iniciativa del ayuntamiento de Aranjuez de organizar una lectura colectiva de varios capítulos del Quijote. Ahí sí que la armaron. En el telediario ponían las imágenes de todas aquellas buenas gentes sentadas en una explanada madrileña recitando la prosa cervantina al unísono como si fueran suras del Corán. Y la comparación es válida, pues si el Corán no lo entendemos porque nos suena a árabe, ¿cuántos de aquellos disfrutarían con la obra del inmortal Cide Hamete Benenjelí?

lunes, 18 de mayo de 2009

Los apócrifos

Por cuestiones profesionales, anduve este fin de semana leyendo evangelios apócrifos. Hay un poco de todo: leyendas piadosas, curiosidades y disparates. Para hacerse con una culturilla cristiana están bien: ahí te enteras del origen de los nombres de los reyes magos (que no eran reyes según los canónicos, sino sólo magos), o lo de la mula y el buey en el portal. También hay muchas tonterías. En el evangelio del Pseudotomás el Niño Jesús es una especie de Harry Potter algo gamberro. San José lo lleva a un maestro para que le enseñe las primeras letras y le devuelven al niño a las primeras de cambio porque sabe demasiado. Al pobre preceptor le da una crisis de autoestima. San José no se desanima y lo lleva a otro maestro, pero aquí terminan a piñas, porque Jesús se pone impertinente y recibe un pescozón. Entonces Jesús maldice al profesor y éste cae enfermo de gravedad. Así las cosas, San José le dice a la Virgen que lo mejor será impedir al niño que salga de casa, no vaya a seguir descalabrando a la gente. Pero un día llega un tercer maestro y, pese a los temores de José, se lo lleva a su escuela. Esta vez hacen buenas migas. Jesús, satisfecho del trato recibido, decide curar al desgraciado al que había dejado enfermo y todos respiran aliviados.
Estas historietas pueden parecer divertidas, o no, pero son elocuentes a su manera. Por una parte, nos hacen apreciar mejor los evangelios canónicos, que son muy superiores, no sólo teológicamente, sino también desde el punto de vista antropológico y literario. Y por otro lado, me hacen pensar que la gente recibía el mensaje evangélico, ya en los primeros tiempos, como le daba la real gana. A muchos les gustaría pensar en Dios como una especie de superman bueno, pero peligroso si se le buscaban las cosquillas. Una visión muy pobre de lo sobrenatural. Más o menos como la que nos transmiten hoy en día tantas películas de cine y televisión...

domingo, 17 de mayo de 2009

Albéniz






Seguimos con las conmemoraciones. Este año toca el centenario de la muerte de Isaac Albéniz (1860-1909). Albéniz es a la música lo que Sorolla a la pintura: los dos descubren una España tradicional y rebosante de vida.

No oigo hablar mucho de Albéniz, quién sabe si porque el pobre nació en Gerona y se le ocurrió dedicarle piezas a Navarra, Cádiz o Asturias (por no hablar de la suite Iberia), o si se debe a que en España la música clásica nos importa un pimiento. Quizá sean las dos cosas.
Y eso que, además de gran músico, Albéniz era un tipo extravagante y divertídisimo. Cuando tiene 25 años, cuenta en su diario que ha viajado a Budapest para conocer al mítico Franz Liszt con una carta de recomendación del rey de España: "Me acogió de la manera más amable. Le gusté mucho, según parece, de modo especial cuando, sobre un tema húngaro que él me dio, improvisé una danza. Me pidió noticias de España, de mis padres, acerca de mis ideas religiosas y, en fin, sobre la música, en general. Le contesté con franqueza lo que pensaba acerca de todo y me pareció que le encantaba". Todo esto estaría muy bien, si no supiéramos hoy en día... ¡que Albéniz jamás estuvo en Budapest! Se lo inventó todo para que alguien leyera en el futuro su diario y creyera que había conocido al gran Liszt. Qué gran bloguero hubiera sido Albéniz.

sábado, 16 de mayo de 2009

Centenario de Onetti

Releo a Onetti, que es la única manera de leerlo bien. Es difícil encontrar a un autor más antipático, menos hospitalario con el lector. Parece que te está diciendo: si no te gusta, no me leas, cierra el libro de una vez. Cada dos líneas está poniendo trampas para que abandones: alusiones, sobreentendidos, ambigüedades... La primera vez que intenté leer El astillero, lo abandoné. Me dejó tan mal sabor de boca que no volví a él hasta muchos años después. Y entonces me dí cuenta de lo gran escritor que era. Quizá Onetti es demasiado denso para una obra larga: La vida breve, (que no hace honor a su nombre), es menos atractiva que las novelas breves: El pozo, Para una tumba sin nombre, Los adioses. Y aún mejores son los cuentos: "Jacob y el otro" (obra maestra), "Bienvenido Bob", "Regreso al Sur", "La cara de la desgracia", etc. A quien quisiera empezar con Onetti le recomendaría los cuentos antes que las novelas.
Luego está la sordidez. A Onetti, igual que a sus personajes, la vida le resulta tan mediocre que se refugia en mundos imaginarios. El problema es que esos mundos son mediocres también. Y entonces, ¿para qué leerlo?, se preguntará más de uno.
No tengo ninguna respuesta contundente, salvo que, para mí, sus relatos son poesía. Poesía de la decadencia física y moral, como la de Residencia en la tierra de Neruda. Y de lo mezquino saca brillo, de una sociedad purulenta un mundo de palabras envueltas en belleza. De los ojos de uno dice otro personaje que "alguna vez los comparé con el topacio, con el oro, con un cielo de tormenta en la siesta de una ciudad que huele a letrina". Eso es Onetti: la letrina y el oro, las dos cosas juntas.

viernes, 15 de mayo de 2009

Memoria

Tenía yo pensada otra entrada, pero en un día como hoy me pareció que debía rescatar un microrrelato que tenía por ahí perdido sobre el tema del aborto:


MEMORIA

No fue nada traumático, de verdad. Éramos muy jóvenes y yo no podía tener el niño. Después de que pasó todo, mis padres me apoyaron mucho. Y eso que no se lo habíamos dicho. Pero eso es lo bueno que tiene la familia. Además, hace tanto tiempo de eso que casi no me acuerdo ni me despierto por la noche ni nada. Y no me ponga más morfina, doctor.

jueves, 14 de mayo de 2009

El capitán Contreras

Lo del trabajo filológico tiene entre alguna gente la injusta fama de aburrido. No soy especialista en editar textos -en mi departamento sí que hay gente sobradamente preparada en estos menesteres-, pero una vez tuve que hacer la edición de las memorias del capitán Alonso de Contreras, un soldado fanfarrón del siglo de Oro que anduvo luchando con los piratas en el Mediterráneo y en el Caribe, además de pasar muchas aventuras por toda España. Pérez Reverte se inspiró en él para su Alatriste. En un momento dado debí examinar el único manuscrito que escribió Contreras sobre su vida y llegué al episodio en donde cuenta su matrimonio con una viudita "hermosa y no pobre". Cuenta Contreras que él "tenía un amigo al que le hubiera fiado el alma", y que en cierta ocasión, al llegar a casa, se los encontró al amigo y a su mujer metidos en la cama. Entonces sigues leyendo el original y ves que Contreras escribió con mala letra: "Los cogí juntos una mañana y los maté". Pero luego se arrepiente y tacha: "los maté" y vuelve a poner: "se murieron".

martes, 12 de mayo de 2009

Poética


Todas las mañanas se despertaba lleno de palabras. En el desayuno, al tomar el autobús o durante el trabajo, las iba arrojando al aire como un mago que sacara palomas de la manga.

Algunas se caían al suelo, pero otras se las llevaba la gente y se disolvían en las manos a los pocos minutos. Una mujer muy bella se guardó unas cuantas para enseñárselas a sus amigas en el baño.

Al caer el sol, regresaba a casa, extrañado de que no le quedaran apenas palabras. Con las pocas que le quedaban, saludaba al entrar, contaba un cuento a sus hijos, cenaba con su mujer y se metía en la cama. Entonces, unos ángeles descendían de la lámpara cargados de cubos y palas, y le iban metiendo palabras por el oído. Una tras otra, sin parar hasta la mañana siguiente.

lunes, 11 de mayo de 2009

Me encargan un pequeño artículo a partir del aniversario de Odas para el hombre y la mujer de Leopoldo Marechal. Dentro de mi devoción por todo lo que escribió Marechal, la poesía es, con el tiempo, lo que menos me interesa. La novela -por supuesto- es superior, pero incluso sus ensayos o el teatro, en bloque, me gustan más.
Me parece que hay algo demasiado abstracto y geométrico en esos versos tan perfectos como marmóreos. Pero Marechal se consideró siempre, y con razón, un poeta. Por eso tiene momentos geniales, como éste que pongo aquí, uno de sus más celebrados destellos:
En su noche toda mañana estriba,
de todo laberinto se sale por arriba.

WIKIPEDIA

Ya se sabe que los escritores son todos unos vanidosos, y no hablemos de los poetas. Yo tenía un amigo, Celestino Cuevillas era su nombre, que había escrito un par de libritos de poesía y enseguida introdujo su nombre en la wikipedia ésa, con su biografía y sus publicaciones y todo. No había días que no buscase su nombre a ver si salían más referencias suyas en Internet. Pero, una vez, abrió su página y leyó: “Celestino Cuevillas (Ciudad Real, 1958), famoso submarinista manchego. Ha trabajado en documentales para la televisión regional y para el cine de autores de la provincia. Enlaces: Ciudarrealeños. Deportistas de riesgo.” Mi amigo se quedó atontado delante de la pantalla. Sin perder tiempo, reescribió: “Celestino Cuevillas (Ciudad Real, 1978), poeta y traductor, uno de los más destacados autores de las últimas generaciones de la poesía española. Autor de Timbal de verduras y sueños (1999) y Versos del hombre y del hambre (2007). Premios en distintas concurrencias internacionales. Enlaces: Poetas españoles. Premios literarios. Personalidades manchegas”. Sin duda algún pirata le había jugado una mala pasada. Pero, por si acaso, como no estaba seguro de que el gracioso volviera a las andadas, escribió a los responsables de la enciclopedia, quienes le contestaron de inmediato que no volvería a suceder nunca más. A la mañana siguiente, abrió su página y espantado volvió a leer: “Celestino Cuevillas (Ciudad Real, 1958), famoso submarinista manchego…” Con los ojos velados por la rabia, leyó que había fotografiado tiburones en el mar del Coral, que una orca le mordió una pierna en las aguas de la Patagonia y que había salvado a una turista sueca de la mordedura de una morena en la playa del Manantial, Cádiz. Por este último hecho, salió en la prensa local y después se casó con la chica y tenían dos niñas que estudiaban en un colegio de monjas. Todo falso, falsísimo, falso de toda falsedad. Celestino volvió a protestar en los términos más enérgicos, y pudo reescribir y, de paso, añadir cuatro libros más (no era un invento porque ya casi los tenía terminados) y dos menciones honoríficas que le habían prometido unos colegas de Albacete. Pero obviamente no se quedó tranquilo. Habló con amigos informáticos que le ofrecieron toda clase de ayuda para localizar al mentiroso. Estuvieron trabajando en ello durante semanas. Pero, cada vez que abría su nombre en el buscador, su identidad de submarinista iba apareciendo en todos lados. Él volvía a la carga, creaba nuevas páginas con sus libros, sus merecimientos, sus poemas… De nada servía. Ya había calles dedicadas a él en todos los pueblos de la Mancha y ya se anunciaban homenajes a los que, por supuesto, nunca asistiría. Incluso habían creado un blog con su nombre: CuevillasdeMontesinos.com. Al final, tras varios meses de luchas y protestas, el caballero suspiró delante de la computadora:
-¡Qué se le va a hacer! ¡Renuncio!
Y con estas palabras y un suspiro, se dirigió al armario, sacó los aparatos de buceo y se fue a las lagunas de Ruidera a nadar con unos amigos.