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sábado, 12 de enero de 2013

La familia del Infante don Luis




Un cuadro fascinante: la familia del Infante don Luis. No es una familia normal o, mejor dicho, lo asombroso es que sí lo es. por todos lados se siente el caos que no llega a impedir que la familia siga viviendo. Nadie, salvo la guapa y presumida señora de la casa, está posando. Los niños da la impresión de que hacen lo que les da la gana porque las señoras que los cuidan andan en sus cosas. Hay un señor a la derecha del espectador  que no quiere salir en el cuadro. El criado que parece García Lorca con un vendaje en la cabeza, exhibe orgulloso su coscorrón. Hace las veces del tonto de esa corte que no llega a serlo, porque el señor de la casa, el Infante don Luis, cayó en desgracia  ante su hermano el rey y lo mandaron a las Arenas de San Pedro a pasar frío.
Parece una familia caótica y por eso da esa impresión de verdad, sin mentirijillas ni peloteo. Nada de gente puestecita cada una en su sitio como sucede con los cuadros de familias reales. Incluso en Las Meninas de Velázquez, a quien Goya rinde homenaje, hay más personajes posando con más orden y serenidad.  Sólo el hombre elegante y de mirada inteligente (Luigi Boccherini, el gran músico y acaso amigo del pintor) parece darse cuenta del pequeño drama del protagonista: el infante don Luis que está jugando en solitario a las cartas. Es el retrato de una soledad al final de una vida, solo en medio de la gente. El gesto de la cara desprende el buen carácter del individuo y su simpatía por Goya. Don Luis fue su patrón por poco tiempo y le llamaba a Goya cariñosamente "su pintamonas".
Este gran cuadro de Goya está en España provisionalmente hasta el 24 de febrero (en el Palacio Real de Madrid).

domingo, 26 de agosto de 2012

Ecce Homo

Hoy me tocaba pintar las paredes. En casa esta tarea tiene su arte, porque hay que emprenderla por igual en zonas medianamente limpias y en otras adornadas con pinturas rupestres y manchas infantiles: chocolate, sangre y toda clase imaginable de fluidos corporales que forman un conjunto bien mezcladito. Pero hay algo de bueno en esto, y es que tienes todo el tiempo para pensar. Una tarde entera para pensar delante de paredes en blanco. El sueño de cualquier artista.
Y, de pronto, me encontré recordando esa noticia ridícula. No sé cómo pensé en mí, mal pintor de brocha gorda y en la anciana de Borja metida a inocente restauradora. Esa noticia que cada día espero que desaparezca y que, no hay manera, sigue en las portadas: la dichosa restauración del Ecce Homo. Qué curioso que una majadería dé tanto que hablar. El feísmo atrae.
Como creyente, sentí que la figura del Señor sea tan mal tratada. Pero, además, pensé, cómo no ver en este Carnaval otra revisión de una historia que se actualiza siglo a siglo. "Ecce Homo", grita Pilatos, y la muchedumbre grita, patalea y se ríe. Por otra parte, es verdad que las obras de arte (y esta lo es, a su modo) no sólo nos revelan un mundo, sino que también revelan a quien las contempla. Toda esa procesión de peregrinos que abarrotan la iglesia de Borja para ver una birria, se hacen ellos mismos una birria. En algunos idiotas que se mofaban del Ecce Homo, reconocí las caras pintadas por Goya en El entierro de la sardina.