lunes, 24 de agosto de 2009

Machacar libros

Los libros hay que maltratarlos hasta dejarlos sin tapas, subrayados y con las páginas medio rotas. Ese es el mejor fin al que pueden aspirar. Si repaso los estantes de mi casa veo que aquellos que más quise están hechos una pena: el Quijote, la poesía de Alberti y de Pessoa, los cuentos de Ribeyro y de Borges, el Adán Buenosayres, Rulfo, Stevenson, la Ilíada, Eça de Queirós, El sueño de los héroes de Bioy Casares, una antología de Mario Quintana, Crimen y castigo...
Luego, para no quedar mal con las visitas, se pueden comprar otros con el lomo dorado y tapa dura.

9 comentarios:

  1. Para encontrar libros como esos sin declararte culpable son muy buenas las ferias del libro viejo y de ocasión: hay dedicatorias, subrayados, comentarios e "iluminaciones" muy interesantes. Entiendo que no es lo mismo que si son tuyos, pero a algunos nos cuesta incluso acercar un lápiz a un libro; reliquias de cuando tenían que usarlos varios hermanos, además de ti. Pero es cierto, atrae más un libro manoseado que perfecto, en eso te doy la razón. Gracias por el blog,
    María.

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  2. A veces he soñado con una estantería doble y exactemente igual: los tomos machacados (o masacrados) agazapados detrás de sus hermanos intactos.

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  3. Además creo que los venden huecos, mucho más económicos si de llenar la librería se trata. Eso sí, en las estanterías más bajas conviene gastarse el dinero, no vaya a ser que a la visita le dé por hojear...

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  4. Cuidado, Javier. Nunca me preocupé mucho por los lomos de mis libros, pero una vez una visita me dijo, señalando entre los renglones de mi biblioteca una sección que siempre consideré exquisita y con libros con los que estaba trabajando: "¡Qué bien quedan todos esos libros viejos!" Después me preguntó -y juro que es cierto-: "¿Dónde podría conseguir aproximadamente dos metros de esos libros, para decorar en mi casa?".

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  5. Eso me recuerda, Pecé, una anécdota que cuenta Trapiello en uno de sus diarios. Estaban haciendo obras en su casa y de pronto un empleado se queda mirando su biblioteca detenidamente. Un poco extrañado se dirige a Trapiello y le pregunta: "Usted, ¿a qué se dedica?", " Soy escritor", le responde. Y entonces el obrero le pregunta:
    -¿Y estos, los ha escrito todos?

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  6. Muy bueno. Coincido, si no tiene ni una mácula es que no se aprovechó bien. Ahora como soy muy cuidadoso de los mismos (por defecto quizás), en vez de manosearlos los marco, siempre con lapiz negro, y a los gordos los lleno de señaladores. Mis favoritos se notan porque están muy grafitados o del canto le sobresalen muchos señaladores.

    Por cierto, con las anécdotas que se hilaron yo recordé cuando Unamuno explica que escribió el Tratado de cocotología para que su volumen de Amor y pedagogía diera con el ancho requerido por una librería (que era a su vez el reclamo de un cliente que compraba obras completas para su biblioteca y las necesitaba todas del mismo tamaño). O algo más o menos así.

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  7. Tengo en la memoria una divertida anécdota que me contaste sobre cierto compañero tuyo del cole y de colegio mayor (su nombre está ligado a unas famosas bodegas), que te pidió prestado un libro, y que luego apareció en cierto lugar... en fin no sigo más por si se te ocurre contarlo a tí. Pero vamos, es otra forma de machacar libros...

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  8. Otra cosa, me he enterado que ya existe una máquina (tipo fotocopiadora), que las ponen en sitios públicos (aeropuertos, estaciones de tren...), metes una moneda y te imprime, te encuaderna y escupe, en cuestión de minutos, cualquier libro que tiene ya en la base de datos (millones de ellos). Por ahora los que están liberados de derechos de autor, pero es cosa de tiempo, porque el invento es genial. Si Gutemberg levantara la cabeza...

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  9. La pesadilla de los derechos de autor, Álvaro...

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