lunes, 10 de agosto de 2009

Titulitis

Una estupenda entrada de Enrique Baltanás, seguida de otra de José Miguel Ridao, me hicieron pensar en estos días en cuánto dan de sí los títulos de los libros. Por cierto, en esta idea ha venido a coincidir Fernando Valls. En fin, ahí va mi tipología:


Título sencillo y extraordinario: La isla del tesoro de Robert L. Stevenson (antes pensó en El cocinero marino. De buenos escritores es rectificar)
Título eufónico: Love's Labours Lost de Shakespeare
Título cacofónico: La Biblia de barro de Julia Navarro (hay que tener un oído enfrente de otro para que rime el título con tu nombre)
Título expresionista: El juguete rabioso de Roberto Arlt
Título aliterante: Pedro Páramo de Juan Rulfo
Título endecasilábico: Quizá nos lleve el viento al infinito de Gonzalo Torrente Ballester
Títulos horteras: Boquitas pintadas, La traición de Rita Hayworth, El beso de la mujer araña... Pubis angelical (todos de Manuel Puig, el rey del kitsch)
Títulos marchoso-caribeños: La guaracha del macho Camacho de Luis Rafael Sánchez, Delito por bailar el cha-cha-cha de Guillermo Cabrera Infante, Sóngoro Cosongo de Nicolás Guillén, Tun tún de pasa y grifería de Palés Matos...
Título metafísico pesado: La insoportable levedad del ser de Milan Kundera
Título metafísico ligero: Lo que ha llovido de Enrique García-Máiquez
Título canonizado póstumamente: La Divina Comedia
Título mejorado en la traducción: Otra vuelta de tuerca (traducción de José Bianco de The Turn of the Screw de Henry James)
Título empeorado por imposición editorial: Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (antes sólo Cartas de amor de Miguel Delibes)
Título traducido de forma machista: Mujer al volante (The Driver's Seat de Muriel Spark. La traducción es de Andrés Bosch)
Títulos somníferos: Somnium Scipionis, Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, No digas que fue un sueño de Terenci Moix, Soñé que la nieve ardía de Antonio Skármeta, Sueño de sueños de Tabucchi, El sueño de los héroes de Bioy Casares, etc., etc.
Título mejor que el contenido del libro: El bandido doblemente armado de Soledad Puértolas
Títulos peores que el contenido del libro: Don Quijote, Fausto, Macbeth, Hamlet, El rey Lear, Madame Bovary...

8 comentarios:

  1. Qué honor estar en esta entrada tan brillante, tan divertida. Por contribuir un poco desde el lado de la teoría: un título que es toda una lección de traducción: el que Alfonso Reyes le puso a The Importance of Being Earnest, que en español queda La importancia de ser Severo.

    ResponderEliminar
  2. El eufónico de Shakespeare es muy bueno, y hay otro magnífico del genio inglés: "Much a do about nothing". En cuanto al Quijote, su título completo tampoco está tan mal, aunque es un poco largo. Por último, a mí también me produce un efecto somnífero el título "Memorias de Adriano", aunque a lo mejor influye lo soporífera que me resultó su lectura.

    Un abrazo, y gracias por la mención.

    ResponderEliminar
  3. No he leído nada de Carmen Iglesias y, superficalmente, me parece lista pero demasiado equidistante. Ahora, el título de su último libro, tomado de Calderón me parece inmejorable: "No siempre lo peor es cierto". Para una Historia de España, lo dice todo.

    ResponderEliminar
  4. Es tarde y seguramente diré una chorrada, pero ¿no os suena raro que Serafín sea grande?

    ResponderEliminar
  5. Enrique: tienes razón, Alfonso Reyes era buenísimo como traductor. Ahora me acuerdo de otro título traducido por él: El candor del padre Brown, en lugar de los habituales La inocencia del Padre Brown. "Candor" me parece más exacto para Innocence en este caso.

    ResponderEliminar
  6. Dal: a mí me pasa igual con Carmen Iglesias, auqnue tampoco la haya leído.Y la idea del título calderoniano es muy buena... Calderón siempre titulaba muy bien. Por cierto, se me olvidó poner La vida es sueño en los títulos somníferos.

    ResponderEliminar
  7. José Miguel: Memorias de Adriano es un poco somnífera, a pesar de la traducción de Cortázar. A mí me parece que muy pocas, o ninguna, novela histórica sobre tema romano pueden llegar a ser obras maestras, pero esto es una ideílla que tendré que explicar alguna vez.

    ResponderEliminar
  8. Creo que te refieres, Mauricio, a los libros de Serafín, el personaje infantil... Me daban miedo esos libros de pequeño: eran siniestros.

    ResponderEliminar