sábado, 25 de mayo de 2013

El rocío es agua y es luz

El jueves anduve por Logroño, con la gratísima obligación de presentar La llave dorada, el último libro de poesía de Rocío Arana, junto a dos poetas amigos que no conocía: María Eugenia Fernández y Jesús Beades.
No me había dado cuenta hasta ahora mismo, ni siquiera cuando me tocó hablar sobre el libro, de que esta poesía hace honor al nombre de su autora. El rocio es agua y es luz. En los versos de La llave dorada llueve mucho, pero es una lluvia soleada. Así juegan la alegría y la tristeza, las ilusiones y el desengaño en la vida de cada uno. Vienen entreveradas unas con otras. Esto ya lo había visto muy bien Rocío Arana en sus libros anteriores, pero ahora la experiencia se ha condensado en símbolos. Se ha hecho más misteriosa y al mismo tiempo más madura. Uno diría que más sabia también. Saber que la luz brilla por detrás del agua, "tristemente feliz", requiere muchas cosas, entre otras, tiempo y oficio de poeta.


LA DEMANDA DE RECUERDO LIBRE

Haz un resumen, piden en la escuela.
Sólo lo que recuerdes. Es para averiguar
tu potencial de síntesis, descubrir cómo engulle
el folio en blanco todos tus fantasmas.
Yo empezaría, claro, por la lluvia
que dentro de tus ojos se confunde
con ráfagas de un sol que juega al escondite.
De todo lo demás, ya no me acuerdo.


JUNIO

Acuérdate, Rocío,
de cómo sonreían las estrellas.
Recuerda cómo todo su poder
se derramaba en un minuto oscuro,
tristemente feliz, diciendo "nunca",
pero de qué manera tan hermosa.



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