lunes, 21 de septiembre de 2009

La última de P.D.James


Me atrajeron las novelas de P.D. James cuando leí que el protagonista, Adam Dagliesh, era detective y poeta. Desde entonces habré leído casi todas, amén de un interesante diario compuesto por la escritora oxoniense hace ya unos cuantos años. Ahora ha salido traducida la que quizá sea la última entrega de la serie de Dagliesh. En ella el personaje concluye sus andanzas con un happy end de lo más convencional, felizmente casado después de que, trece novelas antes, la autora decidiese presentarlo en sociedad como un joven viudo destruido por la muerte en el parto de su primera mujer.
Muerte en la clínica privada respeta el molde de todos los libros inmediatamente anteriores: asesinato en un edificio aislado del mundo, entrevistas con los sospechosos en el salón, falsas pistas sabiamente dosificadas y una serie de crímenes para distraerse por el camino hasta que estalla la traca final en donde se resuelve todo. Dicho esto, lo que me sorprende de P.D. James es que, a pesar de la acumulación de tópicos con los que trabaja, todavía consiga entretenerme. Ahora bien, a veces entretener no quiere en realidad decir nada, o casi nada. Un buen lector puede divertirse con un libro que a otro lector igualmente capaz le parezca insufrible. A Vargas Llosa la saga de Millenium le ha parecido la octava maravilla de los folletines, mientras que a Paz Soldán le ha resultado infumable. Uno y otro son dos escritores más que solventes y, por cierto, con gustos bien parecidos. Pero aquí difieren.
Volvamos a los nuestro. Pensada en frío, Muerte en la clínica privada es sin duda más floja que las anteriores. A los elementos convencionales de siempre -y la solución casi previsible- se le unen otros actualizados y políticamente correctos, como ese final rosáceo en donde la pareja de lesbianas contempla arrobada como sus amigos Dagliesh y Emma se casan y son felices y comen perdices.
Y sin embargo, esta novela sigue siendo P.D. James en estado puro. Los personajes están muy bien armados y representan una Inglaterra neopagana y hedonista, en estado de descomposición. Ninguno es enteramente malo y todos merecen compasión, tanto los asesinos como las víctimas, que por cierto también han hecho lo suyo para merecer la muerte. Por aquí y por allá aparecen juicios sagaces que delatan a una escritora que, aunque escriba dentro de un corsé tan obvio, no renuncia a la inteligencia. Algunas situaciones me resultan francamente cercanas y, por cierto, inquietantes. Por ejemplo: una de las mujeres sospechosas renuncia a volver a dar clases de latín en la universidad porque, según ella, ya no hay casi alumnos. El Departamento de Filología clásica ha cerrado, así como el de Física ha pasado a ser el de Ciencia Forense y el de Teología se ha reconvertido en Religiones comparadas. A este paso, asegura la misma afectada, se llamará Religión y Periodismo o Religión y Ciencias forenses. De una u otra forma, estas palabras las podría firmar la propia autora.
En otra ocasión Dagliesh y sus ayudantes se dirigen a entrevistar a un sospechoso y ven

una valla publicitaria. Alguien había pintado "El diablo está en internet" con trazos de pintura negra. Debajo, escrito con más cuidado: "No existe Dios ni el diablo". En el panel siguiente, esta vez con pintura roja: "Dios vive.Véase el Libro de Job". Esto conducía a la exhortación final: "A la mierda".
-Un final bastante corriente en las disputas teológicas, aunque rara vez expresado tan groseramente, apunta Dagliesh, hombre escéptico pero de sólida formación religiosa.

P.D. James es una mujer educada en el humanismo y en las enseñanzas anglicanas de la High Church. Su retrato del mundo actual indica el de una inteligencia desmoralizada que advierte la decadencia sin remedio de su mundo, el mundo que ella vivió en su infancia y juventud. Adam Dagliesh, el poeta aclamado y el detective más resolutivo de la policía metropolitana, posee esa visión refinada y espiritual de las cosas, pero sabe que sus compañeros más jóvenes ya no la tienen. Lo culto y lo sórdido, la sutileza y la crueldad conviven en íntima compañía. Y en ese contraste radica, creo yo, lo más personal del universo policial de P.D. James. Por eso sus novelas, aunque ésta última muestre demasiado sus desnudeces, nadan por encima de la vulgaridad.

5 comentarios:

  1. ¿Qué novela recomendarías de P. D. James a alguien que, como yo, nunca leyó nada de ella?

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  2. Lo normal en internet es avisar al principio, decir 'Contiene spoilers' o 'Voy a destripar el contenido' para que no te pille de sorpresa que te cuenten cosas del libro. Yo tengo intención de leerlo, así que me quedaré sin leer esta entrada hasta después.
    ¿Y es buena novela?

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  3. Aquilino: si no has leído nada de ella, te recomiendo Mortaja para un ruiseñor o El faro. Mortaja para un ruiseñor es, me parece, la más equilibrada de las suyas. Es un buceo en un mundo femenino como el de una escuela de enfermería. Ahí transcurre todo. De El faro me gustó mucho el retrato de un escritor para quien la literatura lo es todo y la vida no vale nada (y así le va en la novela). Quizá es demasiado larga, pero creo que vale la pena.Tampoco está mal su diario (abarca sólo un año, pero a mí el género del diario me gusta especialmente).

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  4. Ángel: si no has leído nada de ella, no está mal. Pero no es de las mejores ni mucho menos. No te la aconsejo si estás en período de acedia narrativa.

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  5. No, sí que he leído varias novelas de P. D. James y alguna me gustó bastante. Por eso cuando vi que dabas detalles preferí no seguir leyendo tu entrada. Me lo pensaré.

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