viernes, 26 de noviembre de 2010

Las bromas de Borges

Hoy hablo de filología, pero no se me escapen a otro blog, que prometo que la cosa será ligerita. Del último viaje a Argentina me traje un tomazo, el volumen primero de las Obras completas de Borges en edición crítica, rigurosa novedad mundial. Al llegar a casa, abro el libro y veo que los editores se han molestado en meter las muchas variantes que Borges introdujo en sus primeros libros de poesía. Muy bien. Luego, sigo por la obra en prosa mientras pienso en cómo puedo aprovechar las notas a pie de página para mis clases en la universidad. Entonces me detengo en uno de los relatos que más me gusta comentar con mis alumnos: "La muerte y la brújula". Se trata, como todos los borgianos saben, de un pastiche de novela policíaca en el que se disfrazan numerosas referencias al Buenos Aires de la época. Lo malo es que en las notas no salen ni la mitad de ellas y alguna se pretende explicar con datos a medias. Así, del personaje de Ernst Palast se dice en nota que es "posiblemente una referencia velada a algún personaje de la época, periodista o escritor de filiación nacionalista". No me considero un experto, pero digo yo que el sujeto aludido debe de ser Ernesto Palacio, un conocido de Borges del que éste se rio en varias ocasiones.
Ya con algo de malicia, me voy a "La biblioteca de Babel", en concreto al párrafo inicial en el que se describe la infinita biblioteca compuesta de innumerables celdas hexagonales, todas ellas con la misma disposición. Al final de la descripción, Borges habla de :

... un angosto zaguán, que desemboca a otra galería, idéntica a la primera y a todas. A la izquierda y a  derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales.

 Esto es lo que lee en la edición crítica. Pero uno se pregunta: ¿qué es eso de las "necesidades finales"? Ya se ve que los desventurados bibliotecarios que viven en las celdas sólo pueden dormir de pie... pero, ¿y esas necesidades? Si vamos a la primera edición de 1942 nos enteramos de que, en realidad, Borges no puso "necesidades finales", sino "necesidades fecales". De ahí el aspecto cómico del pasaje: pobres bibliotecarios que no tienen sitio ni para hacer caca... En fin, puede ser que algún corrector de estilo pudibundo pensara que aquello era indecente y lo cambió en la primera edición de las Obras completas de 1977, sobre la que se basa la actual.O tal vez Borges, ya viejito, fue el responsable del cambio, yo qué sé. Pero, en cualquier caso, "necesidades fecales" se entiende demasiado bien, y "necesidades finales", no. Los editores actuales debieron fijarse en esa minucia, aunque fuera un chiste cochino y lo hubiera firmado Borges.

7 comentarios:

  1. En mi edición de Alianza también pone "finales". Yo me preguntaba a qué se refería. Como Borges es tan críptico...

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  2. Me inclino por pensar que fue el mismo Borges el responsable del cambio, mas literalmente, Maria Kodama en nombre suyo. Dicen que le hacia leer una y otra vez, y corregia una y otra vez, casi siempre....en el baño! (pero en la bañera)

    Saludos,

    Eutelia

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  3. Yo pensé que era para morirse. Las "necesiodades finales" serían más que nada dónde dejar el pesado cuerpo.

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  4. Sí, Juan Ignacio, yo también pensé la primera vez en el morirse. Borges es crítpico, como dice José Miguel Ridao, pero, no sé, aquí suena demasiado forzado. Lo que dice Eutelia es muy interesante y plausible (me temo).

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  5. Mucho me temo que Eutelia tenga razón, pero desde luego crea confusiones de interpretación. A veces ser demasiado perfeccionista resta frescura y gracia al texto.

    ¡Estas mujeres, siempre metiéndose en todo...!
    Tengo que mirar mi edición a ver qué pone.

    Un abrazo

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  6. Lo analizáis todo demasiado, Javier.
    Un abraxo... perdón, abrazo,
    Víctor.

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  7. Totalmente de acuerdo, Víctor. Es un defecto filológico.

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