-Eres un copión, papá. Todo el rato leyendo ese libro tan gordo, Adán Buenosayres o como sea, y luego vas y escribes otro igual, con el mismo título, pero más pequeño. Eres un copión. Un copión y un flojo.
Estas cosas, criaturita, me decía el otro dia uno de lo pequeños. Pero no le faltaba razón: ¿qué hacemos los estudiosos de la literatura sino atisbar, escudriñar, dar vueltas alrededor de libros ajenos que sentimos como propios? Cuando somos buenos, somos copiones. Y si somos fieles a las hermosas palabras de los otros, si no nos inventamos un libro que no existe, sólo estamos aquí para explicar un poema, una novela, sin faltar a la verdad de su sabor, de su saber.
De soslayo, una noticia.
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