La imagen la encontré a la vera de la iglesia de San Félix, en Nigrán, pocas horas antes del final de mis vacaciones. A medias entre la broma y la metafísica gallega, Joaquín Aguiar, relojero del Excelentísimo Ayuntamiento de Vigo, era, seguramente, un poeta.
Le llegó su hora...
ResponderEliminarBonito. No la conocía pero da para un buen cuento o una anécdota dentro de uno.
ResponderEliminarUn abrazo,