jueves, 16 de julio de 2009

Metamorfosis

Se pasaba la vida tumbado en la cama, mirándose el ombligo. Hasta que en cierta ocasión empezó a notar con asombro, con emoción, con miedo, que el círculo central de su abdomen empezaba a perder arrugas y se volvía liso como una lámina plateada. A los dos días el ombligo se había allanado y empezaba a tomar una apariencia casi transparente. Por fin, tras una semana de cuidadosa observación, su superficie quedó limpia y pulida como un cielo redondo o, mejor, como un espejo donde se reflejaba el rostro enamorado de su soledad.

3 comentarios:

  1. ¿Soledad triste y doliente o buscada y enriquecedora?

    Un saludo

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  2. Ése es el ombligo de Narciso, donde concentra su autocomplacencia. Me ha gustado el final, el rostro enamorado de su soledad.

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  3. Gracias a los dos. Yo había pensado en el narcisismo, como dice José Miguel, pero está bien lo que señala Capitán: la soledad puede ser buscada y enriquecedora. En cualquier caso, cuando uno escribe y publica, luego el relato es también de quien lo lee.

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