El domingo -día previo a la cogorza foral- estuve en un homenaje póstumo que le tributaron al poeta Ángel Gaztelu (1914-2003) en su pueblo natal, Puente la Reina. Me había llamado su sobrina, Gloria, para que dijera unas palabras de recuerdo y leyese algún poema suyo. Sin ser extraordinario, Gaztelu fue un estimable poeta. Sus mejores versos son religiosos, como correspondía a su condición de presbítero, pero por lo que quizá ha pasado a la historia es gracias a su cercanía a los tres grandes poetas del grupo cubano Orígenes: Gastón Baquero, Eliseo Diego y José Lezama Lima (por este orden, para mi gusto). En el acto leí este soneto:
Quiero ser como el río, Señor,
dócil al cauce que le da forma;
quiero ser raudo río de amor
siempre y cuando tú seas mi norma.
No me detendré a mirar la flor
si su cristal espeja y transforma,
ni me quedaré con su color
que es vano si tu luz no lo informa.
Pura el agua, si es que se remansa,
será para contemplarte mansa
del íntimo recodo en la calma
vislumbrando en la grama y la flor
las huellas de tus pasos, Señor,
río de amor, remanso del alma.
Cuando conocí a Gaztelu, allá por el año 94, él ya había vuelto de Cuba, donde había pasado casi toda su vida y había tratado a la crema y a la nata montada de la intelectualidad cubana. El propio Fidel había tratado de atraérselo, con poco resultado. Por su lado cubano era simpático y, como navarro, enérgico.
Recuerdo que me contaba que, durante los primeros años de la Revolución, acogió a refugiados en su parroquia. El Che Guevara tenía la interesante ocupación de buscar a los contrarrevolucionarios y fusilarlos allí donde estuvieran. Una noche entró con su pelotón en la parroquia de Gaztelu y sacó a culatazos a todos los refugiados. Cuando los iba a fusilar, llamó aparte a don Ángel y le dijo: "Padre, no le parece que tanto usted como yo estamos aquí representando un papel?". Gaztelu lo mandó a hacer puñetas. Podía permitírselo, porque se había ganado el respeto de unos y de otros. Fue un personaje independiente y muy querido en Cuba. No son muchas las figuras de la literatura en Navarra que tengan esa proyección internacional y, sólo por esta razón, Ángel Gaztelu merecería ser más conocido en su tierra natal.
quiero ser raudo río de amor
siempre y cuando tú seas mi norma.
No me detendré a mirar la flor
si su cristal espeja y transforma,
ni me quedaré con su color
que es vano si tu luz no lo informa.
Pura el agua, si es que se remansa,
será para contemplarte mansa
del íntimo recodo en la calma
vislumbrando en la grama y la flor
las huellas de tus pasos, Señor,
río de amor, remanso del alma.
Cuando conocí a Gaztelu, allá por el año 94, él ya había vuelto de Cuba, donde había pasado casi toda su vida y había tratado a la crema y a la nata montada de la intelectualidad cubana. El propio Fidel había tratado de atraérselo, con poco resultado. Por su lado cubano era simpático y, como navarro, enérgico.
Recuerdo que me contaba que, durante los primeros años de la Revolución, acogió a refugiados en su parroquia. El Che Guevara tenía la interesante ocupación de buscar a los contrarrevolucionarios y fusilarlos allí donde estuvieran. Una noche entró con su pelotón en la parroquia de Gaztelu y sacó a culatazos a todos los refugiados. Cuando los iba a fusilar, llamó aparte a don Ángel y le dijo: "Padre, no le parece que tanto usted como yo estamos aquí representando un papel?". Gaztelu lo mandó a hacer puñetas. Podía permitírselo, porque se había ganado el respeto de unos y de otros. Fue un personaje independiente y muy querido en Cuba. No son muchas las figuras de la literatura en Navarra que tengan esa proyección internacional y, sólo por esta razón, Ángel Gaztelu merecería ser más conocido en su tierra natal.
Lindo poema y flor de anécdota.
ResponderEliminarMuchas anécdotas más podría contar de aquel hombre en el tiempo que lo traté. En cierto momento llegó a ser uno de los cuatro curas católicos que quedaban en la isla (contando al arzobispo de La Habana). Con este curriculum tenía bastante que contar...
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