viernes, 3 de julio de 2009

Tres nanocuentos



Me volví hacia el hombre que me sonreía estúpidamente. Sentí el golpe, vi el humo y cerré los ojos.

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"Todo esto es por estética", dice el responsable del campo, concentrando su mirada en un cielo azul como sus ojos.
Y, con una bella sonrisa, oprime el botón de la cámara de gas.


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Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir. ¡Qué tontería más grande!, piensa la trucha metafísica, después de sentirse agarrada, izada a toda velocidad y sacada del agua reluciente hasta ese aire horrible, irrespirable, que es el morir.

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