domingo, 4 de julio de 2010

El Mundial desde un tren alemán

Ayer, en el vagón, el altavoz que avisaba de la llegada a la siguiente estación, iba retransmitiendo a cada rato los cuatro goles que Alemania le propinó a mi querida Argentina. En cuanto terminó el partido, vino la hecatombe. De pronto, el tren se detuvo en Reklinghausen, una estación a media hora de mi destino, y los pasajeros tuvimos que bajarnos porque la vía se había cancelado misteriosamente. Después de vagar una hora por una ciudad desconocida, entre el ruido de la fiesta, las bocinas y las banderas, llegué a una estación del extrarradio. Me metí en un otro tren con dirección a Dortmund, en donde el jaleo era aún mayor. Allí debía conectar para llegar a Münster.
En el siglo de Oro los alemanes tenían fama de borrachines. Quevedo habla de los "tudescos moscos" que caen en picado sobre las copas llenas de vino. Así sería entonces, pero hoy los alemanes se llenan la panza de cerveza. Y, como, además, el varón germano suele tener el tamaño de un armario ropero, hay que cuidarse si lo ves acercándose, no porque te vaya a atacar, sino porque él mismo no sabe dónde puede caerse. De hecho, ya en los pasillos de la estación de Dortmund, estuve a punto de ser embestido por un jabalí borracho y bamboleante.
Llegué al andén. Por supuesto, el tren de Münster se acababa de estropear y a los sufridos pasajeros nos comunicaron que debíamos ir a otra ciudad (Hamm, mi estación favorita), donde podríamos enlazar con un nuevo tren que nos llevaría nuestro destino. Fue entonces cuando me percaté de que llevaba puesto el polo que me regalaron en una tómbola en el Puerto de Santa María, ése que tiene una botella de Tío Pepe en la pechera y la banderita española en el cuello. Mi mujer siempre me dice que no lo lleve cuando vamos al País Vasco. Hay que ver qué mala suerte tengo con el niki, con lo que me gusta. Miré a toda la gente a mi alrededor: la mitad, al menos, iban vestidos de la selección alemana y, al fondo, unos jamelgos berreaban algo así como el "Deutschland über allen" y unos gritos de "Spanien! Spanien!", que no sonaban muy simpáticos. Todavía se acuerdan de cuando perdieron en la final de la Eurocopa.
Al final, después del caos ferroviario, alcancé Münster y vi el final del partido de España. El próximo miércoles, si gana Alemania, no sé donde me voy a meter. Y si pierde, lo mismo.

10 comentarios:

  1. Yo también tengo un dilema con el Mundial y Alemania. Si el miércoles gana Alemania, no sé cómo nos van a tratar en Berlín el viernes que llegamos allí... Si gana Alemania no sé dónde nos vamos a meter el día de la final, que nos pilla el domingo en Berlín. Je, je, je.
    En todo caso, disfrutaremos del fútbol.
    Un abrazo.

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  2. Hombre, pues yo estaba por ir a Berlín, pero no me va a dar tiempo. Si podéis, id a Postdam, que está al lado y debe de valer la pena.

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  3. Que gane España.
    Y cualquier cosa te ponés una remera de Alemania.
    No es traición, es turismo.

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  4. Vamos a ganar, así que veniros a España ya a celebrarlo. Feliz verano a todos, pase lo que pase.

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  5. María: eso haremos, pero un poco más tarde. Juan Ignacio: tengo aquí una remera de Argentina, pero ésa me la voy poner dentro de unos días... por las dudas.

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  6. Javier, estoy convencida de que la venganza histórica por ganarnos siempre le viene a los alemanes con la ingesta indiscriminada de cerveza que los deja bamboleantes y borrachos, golpeando gente en los trenes. Qué horror. Vos ponéte la camiseta de Argentina si llega a ganar España. Con eso te asegurás al menos indiferencia. Buen viaje!

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  7. Hola, Javier, me produce asombro leer que en los trenes alemanes hay retrasos, desalojos o tramos suspendidos, pensé que todo seguía funcionando allí como un engranaje perfecto.

    Estuve una vez en Berlín. En las paradas del autobús ponía que el autóbús siguiente pasaría a las 16:23, y efectivamente llegaba a las 16:23; ponía que tardaría 17 minutos en llegar a tal parada posterior, y efectivamente tardaba 17 minutos.

    ¿Ya no es así?

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  8. Bueno, aquí se quejan de que no es así, pero lo cierto es que, en los meses que llevo, me he movido en tren mucho y casi siempre son puntualísimos. Lo que me pasó yo lo atribuyo a la euforia del Mundial: están locos estos germanos (tóquese la cabeza con el dedo como hace Obélix).

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  9. Melusina: a decir verdad,yo no vi que golpeasen a nadie. Sólo que parecen muy brutos.

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  10. Ya, es la exageración que me sale provocada por la bronca del perdedor. En fin, cuando quieras tergiversar discursos, acá me tenés. Besos!

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