jueves, 1 de julio de 2010

Goebbels


Lectura de una reciente biografía sobre Joseph Goebbels, basada en múltiples testimonios y, sobre todo, en sus diarios. Lo que más llama la atención es la complejidad de la maldad humana. De un lado, Goebbels se muestra como un padre tierno, cariñoso, que anota sus pequeñas preocupaciones por los deberes escolares sus hijos. Es un hombre sensible y refinado, capaz de emocionarse escuchando la Pasión según san Mateo o de opinar con buen criterio sobre cine y literatura. Incluso en los peores momentos de su vida, se refugia en la música clásica y sigue preocupándose por la difusión de la alta cultura en el III Reich.
Pero, al mismo tiempo, vive poseído por su fascinación por Hitler quien, a su vez, parece poseído por el mismo Satanás. Sobre todo, llama la atención la inconsciencia absoluta con que juzga sus actos: "Hemos hecho todo lo posible por evitar esa clase de guerra, por hacer una guerra que se dispute de forma humana", escribe cuando, horrorizado, ve las consecuencias de los bombardeos aliados en Alemania. Por supuesto se olvida de todo lo que que ellos han hecho antes en Rotterdam, Varsovia, Coventry, etc. Y, eso sin hablar, del odio salvaje hacia los judíos, cuyas razones el libro no termina de aclarar.
"Todos los curas son homosexuales. Hay que acabar con ellos", anota en otro lugar de su diario. Y, a continuación, promueve una persecución judicial masiva contra la Iglesia católica sobre este supuesto que, para sorpresa furiosa de Hitler y de él mismo, tan sólo concede unos pocos fallos condenatorios. Este hecho me sorprende, como otros asociados a una película nazi alentada por él sobre la eutanasia, Yo acuso. El argumento tiene inquietantes coincidencias con cierto film español que se rodó y aplaudió desde numerosos medios oficiales hace pocos años: una persona con una enfermedad incurable que pide morir por piedad, etc.
El conocido final de Goebbels tiene algo de tragedia clásica, cuando ordena matar a sus seis hijos y se suicida en compañía de su mujer para evitar la infamia de ser hecho prisionero de los enemigos. Sin duda fue un personaje que se sabía actuando para la historia y quería ser recordado como un héroe épico como aquellos que había admirado en óperas y epopeyas. Seguramente por eso se preocupó tanto de que su diario fuese microfilmado según las últimas tecnologías de entonces. Pero la sensación que produce, a pesar de que uno ya conocía algunas andanzas suyas, es de estupor ante la capacidad del Mal por impregnar la vida de una persona valiosa. Y lo más penoso es tal vez la sensación -que no puedo argumentar de forma clara- de que todo el odio que antes se concentraba en unos individuos o en una ideología, hoy en día sobrevive en Occidente de manera amorfa, como si la concentración de veneno se hubiera dispersado o fragmentado, y no pudiera adscribirse a un partido político concreto o a una organización rectora determinada a la cual señalar con el dedo.

7 comentarios:

  1. ¿Será así o será que el estudio de la historia sistematiza o pone en modelos cosas mucho más complejas?
    O sea, es muy fácil decir nazismo mal, aliados bien, etc., e ir armando un modelo. Quizás nunca el sujeto y el objeto del odio fue exclusivo de una ideología o partido, de una raza, de una religión o de un grupo cualquiera.

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  2. Me gusta la entrada y creo que sí, así expuesto, el odio parece que no termina de irse. Lo cual confirma otra vez que la propaganda existe hoy en día, aunque sin protagonistas tan claros como este pollo.

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  3. La figura de Goebbels siempre me ha causado escalofríos... Para mí es el paradigma de la mente que dedicada todas sus capacidades a expandir el MAL (con mayúsculas).
    También me dan escalofríos los herederos actuales amorfos de esta gente... Muchos escalofríos...
    Un abrazo.

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  4. La entrada está muy bien, Javier, pero no entiendo (ni acepto) una frase del último párrafo: "la vida de una persona valiosa". No era valiosa y punto. Basta. No lo era en absoluto. De hecho era un asco de persona. Un asco y un criminal. Por mucho que le gustara la música clásica o dar besitos a sus hijos. También le podía gustar la música punk. ¿Y qué? ¿Era culto? Lo dudo. Creo que tenemos que empezar a revisar nuestras estructuras mentales e incluir la bondad en una concepción correcta de la cultura. Y asumir que si alguien no es "bueno", es que no es "culto".
    Aparte, el tema de Ramón Sanpedro, en el que también discrepo, lo dejaremos para discutirlo -amistosamente- este verano.
    Un abrazo,

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  5. Varios comentarios,distintos entre sí, y todos interesantes. Muchas gracias, de veras. Juan Ignacio apunta algo muy agudo, me parece. Si entiendo bien lo que dices, creo que esa es la razón de que hoy en día se tienda a identificar el mal con una cierta ideología (nazismo o fascismo), cuando la cosa va mucho más allá. En efecto, puede haber ideologías perversas pero la perversión en sí es anterior a ellas. El alegre opinador y Mauricio apuntan por ahí también, ¿no?. Con mucha razón. Víctor: has puesto el dedo en la llaga con esa expresión mía, en la que vacilé a la hora de escribirla. Confieso que al principio dudé y puse "valiosa en apariencia". Luego directamente le adjudiqué el adjetivo sin matices. Me equivoqué quizá, pero la puse así, porque creo que incluso un bicho como Goebbels es valioso (como todo ser humano, por el hecho mismo de serlo, lo es). De esta convicción mía nace también mi opinión sobre la eutanasia, pero igual aprovechamos para discrepar en verano, cerveza por delante.Abrazos a todos.

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  6. En el sentido más estricto de la palabra Goebbles era muy valioso porque tenía mucho poder. Ahora, creo que a casi todos nos vienen aspectos positivos, valores y proezas cuando pensamos en un hombre valioso (aunque sea imposible por definición). Si es así, ¿lo fue Churchill, Montgomery, Stalin, Eisenhower...? ¿De cuánta gente hay que planificar su muerte para que un personaje deje de ser "valioso"? Al hablar de los gustos de un líder nazi encontramos el lado humano de la maldad. A mí me parece útil y no creo que exista una forma de medir la bondad en los demás, aunque a algún ingeniero social ya se le ocurrirá alguna mamarrachada. Me da lástimna que cuando nos atrevemos a escribir sin tapujos parece que nos cuesta leer sin tapujos.

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  7. De todas formas, Mauricio, no le falta razón a Víctor. Es chocante eso que puse de "valioso" para calificar a Goebbels... (aunque sí, es chocante también que tenga su lado positivo, pero eso forma parte de la condición humana).

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