sábado, 10 de julio de 2010

Profecías

Terminó el partido de semifinales y se hizo un silencio fúnebre en el bar. Ni siquiera los cuatro españoles, tan ruidosos todo el tiempo, nos atrevimos a decir ni mú. Un alemán, con la cara descompuesta, arrugó la cara y murmuró a mis espaldas:
-Esta semana voy a comer pulpo todos los días.

7 comentarios:

  1. Podrías haberle propuesto el pulpo a la gallega, pero no es cuestión de incitar nacionalismos...

    ResponderEliminar
  2. Seguro que al pobre se le atraganta. Habrá que decirle que se lo tome a la gallega...

    Saludos

    David

    ResponderEliminar
  3. Ay, la vieja tentación de matar al mensajero. ¿Qué culpa tiene el bichito? Pero nada, ha sido inapelablemente declarado "pulpable"..., y comestible. Eso le pasa por no saber callarse.

    ResponderEliminar
  4. Un millón de gracias. Sentimos el apoyo de los amigos argentinos.

    ResponderEliminar
  5. La villa de Carballiño (Ourense), donde se celebra la famosa fiesta del pulpo, ya ha hecho una oferta -35.000 euros- por Paul. No para cocinarlo parece ser, sino para declararlo ciudadano honorario. Creo que hasta le van a dedicar una calle. Los pulpos son, dicen, muy inteligentes, pero a muchos animales les encanta el rojo... ¿o no hemos pescado ranas todos con un trapito rojo? Yo sí. En todo caso, si viene, bienvenido sea Paul. Le haremos un hueco.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  6. Sería bueno que lo trajeran pronto para Carballiño, donde estará más seguro que en el zoo alemán. Yo creo que hay que llevárselo cuanto antes, igual que los ingleses hicieron con las estatuas del Partenon. A saber qué harán estos alemanes -que ya están bastante mosqueados- con la criatura.
    Por cierto, ¿para cuándo un micro sobre el pulpo Paul y su familia?

    ResponderEliminar