lunes, 24 de enero de 2011

Prejuicios enjaulados

En cierta ocasión mi padre entró en casa con una jaula con tres parejas de pajaritos: periquitos, capuchinos y diamantes. Uno de los diamantes tenía una extraña calva en el centro de la cabeza que le daba un aspecto medio frailuno. Debía de venir enfermo. Un día observé que los periquitos se ensañaban con él a picotazos. Más tarde me dí cuenta de que en aquella cárcel ninguno tenía piedad con el desgraciado, ni siquiera su compañero. Al poco tiempo murió. Recordando ahora la anécdota, se me ocurre las persecuciones de las masas humanas contra los diferentes o defectuosos quizá tengan un origen animal.

3 comentarios:

  1. Pero Javier, una jaula individual para el pobre diamante y que viviera en soledad y paz! ¿Cómo no lo declarasteis especie protegida? O es que esa soledad es peor que los picotazos?

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  2. Igual era peor... además, pobrecito, segregado y sin educación mixta.

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  3. Guardini dice que ante la desgracia ajena lo que primero nos sale es alejarnos, no ver. La caridad es algo humano y superior.

    No sé si es tan así, tambien hay instintos animales de salvataje, de ayuda. No son amor humano, pero al menos rompen la supuesta regla animal de perjuicio o alejamiento del que está mal.

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