lunes, 24 de octubre de 2011

¡La hybris, idiota, es la hybris!

En Tebas se ha declarado la peste. Edipo el sabio, el poderoso rey Edipo, ha ordenado una investigación para aclarar las causas de la epidemia. Según sus informaciones, hay un ciudadano que ha cometido un crimen tan abominable que los dioses han decidido castigar a la ciudad que lo acoge. Hay que encontrar cuanto antes al culpable, y él, el justo, el honrado rey Edipo, no va a parar hasta expulsarlo de Tebas. Le da igual lo que le digan el adivino Tiresias, el buenazo de su cuñado Creonte o. incluso, su propia esposa Yocasta. Todos ellos le advierten de que no siga más allá, que deje de preguntar. Pero él sigue solo, como siempre en la vida, seguro de su victoria, hasta que, poco a poco, se va despejando la luz de la horrorosa verdad: él, el inmaculado Edipo, es quien ha manchado Tebas con sus crímenes: mató a su padre y se casó con su propia madre de quien tuvo hijos que son, a la vez, sus hermanos.
Tal vez para nosotros, Edipo tiene un enorme atenuante porque no sabía qué estaba haciendo (la conciencia, ese invento cristiano), pero, para esos buenos paganos que eran los antiguos antiguos griegos, la respuesta estaba clarísima: Edipo se había pasado. Siempre se creyó más de lo que era en realidad , un pobre mortal, y los dioses le castigaron por su hybris, una palabra que traduciríamos aproximadamente como soberbia, y que vendría a calificar la conducta de aquel que ha traspasado los límites que todo ser humano debe conocer de sí mismo. Nunca gobernamos del todo nuestra vida. Por eso es mejor no sentirnos los reyes del mundo. Dura lección para el tirano de Tebas, que acertó con el enigma de la esfinge, pero nunca supo la verdad más importante y espantosa sobre sí mismo, a saber, que sin darse cuenta hizo el mayor daño imaginable a quienes más quería.
Hoy la presidenta Cristina Fernández de K. ha ganado en la Argentina con una mayoría tremenda. Hace unas semanas, cuando yo estaba desayunando tranquilamente en Buenos Aires, leía esta perla suya: "El mundo va por un lado y nosotros,[su gobierno] a veces parece que va por otro, pero somos un país que realmente sabe lo que quiere y necesita, porque bla, bla, bla" y etcétera. Todo era a cuenta de que, en las aduanas del país, había cientos de miles de libros extranjeros retenidos y listos para ser devueltos a su lugar de origen, todos sacrificados en el altar de un proteccionismo económico digno del siglo XIX. Lo mismo se puede decir de otros productos de importación: neumáticos, juguetes o comida para gatos... ¿De verdad se puede reconocer que el mundo entero va por un lado y yo voy por otro, pero me da igual? La hybris es mala cosa. No es sólo a la Argentina a la que me refiero. Afecta a políticos de tantos lados que uno no sabe ya a donde mirar. Hace poco más de tres años nuestro angélico casi ex presidente se esponjaba en las Naciones Unidas explicando que España había superado económicamente a Italia y que poco faltaba para que atropelláramos a Francia. Qué tiempos aquellos, ¿verdad?. Si los políticos leyeran más a Sófocles no dirían tantas estupideces, ni superarían tanto sus límites. Al final a Edipo lo echan de Tebas y la peste desaparece de la ciudad. Los griegos eran más sabios: Nosotros sólo terminamos echando a nuestros tiranos de sus palacios de gobierno.

6 comentarios:

  1. Pero el hecho es que, aunque quiso, Edipo no se fue.
    Y sus hijos no le dieron el mejor trozo del asado y los maldijo y se mataron entre ellos.

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  2. ... Lo que viene a abonar la tesis de que la hybris sigue sin servir para nada y que los problemas políticos son muy difíciles de resolver con la herencia de gobernantes soberbios. Pero lo de que Edipo no se va, perdón, no lo tengo claro. ¿No acaba en el bosque de Colono? Aclarámelo, Ángel, que sabes más.

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  3. Sófocles hizo en el 'Edipo en Colono' una variante del final de la vida de Edipo, inventando una trama nueva (aunque con posibles bases rituales): Edipo al final se tiene que exiliar -ya sus hijos están enfrentados- y acaba en un pueblo cerca de Atenas, donde su tumba será un talismán.
    La cuestión es que hay una culpa en la familia, ya desde el fundador del linaje, Cadmo, que va repitiéndose en las siguientes generaciones hasta el aniquilamiento del linaje.

    En ese sentido, Argentina es como la familia de Edipo: hay algo que está mal en la política argentina que lleva a continuos despropósitos. De todos modos, la tal Kirchner no le llega ni a los pies a Edipo, que tenía algo de grande incluso en su tremenda caída.

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  4. Bueno, a veces la literatura excede a la vida, para lo bueno también...

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  5. Como me gustaría conocer más a los clásicos para hablar con Uds., pero me debo quedar con otro aspecto de esta interesante entrada.

    Cuando decís: "¿De verdad se puede reconocer que el mundo entero va por un lado y yo voy por otro, pero me da igual?"

    Y es que, salvo por el "me da igual", ¿no es lo mismo lo de los cristianos en este mundo?

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  6. En cierta forma sí, pero los cristianos no se ven solos cuando dicen eso, Juan Ignacio. Y el que adolece de hybris está encantado de sentirse solo frente al mundo, creo.

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