Aquí hablo de los dobles siniestros.
Pero me parece que, en la literatura, igual que en la vida, los dobles no son
tan malos siempre que no sean réplicas de nosotros mismos, sino complementarios. Ese
fue justamente el descubrimiento de Cervantes. Su novela empezaba a
desvariar, el personaje se le podía agotar en su soledad de loco andante, hasta
que el autor dio con Sancho Panza en el capítulo VII de la Primera Parte. A
partir de aquí la historia camina ya con dos pies, en lugar de andar cojeando
con uno solo. No hay Quijote sin escudero, lo mismo que no hay visión altruista
sin sentido común. En el diálogo entre el ideal y la razón, los dos brillan
mejor, y la lectura, para colmo, se hace más divertida.
Del diálogo entre los diferentes nace la complementariedad y la riqueza. El gran Henry Fielding lo
supo cuando, en su primera novela cervantina, puso al lado del inocentón Joseph
Andrews al entrañable y quijotesco Abraham Adams. A partir de Cervantes y Fielding la
lista de parejas en diálogo es interminable, y no sólo afectan a la literatura:
Bouvard y Pecuchet, Sherlock Holmes y Watson, Pickwick y Weller, Hercules Poirot
y Hastings, Tintín y Haddock, Frodo y Sam Sagaz, Thelma y Louise… No hablo, por
cierto, de parejas amorosas, que esas funcionan de otra forma. Romeo y Julieta
son dos jóvenes enamorados, ni más ni menos: la visión de uno y otra está
demasiado sometida al éxtasis. Otro modelo posible es el de Otelo y Desdémona,
pero tampoco funciona, porque casi no discuten, es decir, no dialogan. Y ya se
sabe cómo termina la cosa por falta de diálogo.
Querido Javier,
ResponderEliminarPrecisamente estos días trato de explicarles a mis alumnos kenianos las andanzas de esta pareja maravillosa: Don Quijote y Sancho. No sé si pueden comprender esta obra genial porque amén de ser africanos con una cultura tan diferente a la nuestra, no han leído la obra completa. Aún así, confío en que al menos les intrigue un poco y quieran leerla en el futuro. La amistad es un tesoro escaso y creo que en España, a pesar de la crisis, seguimos siendo un pueblo rico en amigos.
Un abrazo grande.
Querida Natalia:
ResponderEliminarA los estudiantes españoles también les cuesta mucho. La amistad es una buena guía para leer y comprender el Quijote, en Kenia como en España. Una novela sorbe la amistad es Don Quijote, entre otras muchas cosas. Un abrazo y ánimo con Kenia,
JN
Vengo desde La Nave de Los Locos, un descubrimiento tu escritura. Saludos.
ResponderEliminarLa nave me trae navegantes de altura: ahora te leo yo también. Muchas gracias, Paloma.
EliminarA don Quijote le persigue también el doble negativo, antitético y siniestro, aunque nunca llegan a encontrarse. El caballero de los Espejos se jacta de haber vencido a don Quijote, y este al final le hace confesar no que miente, sino que se trató de alguien tan parecido a él como el de los Espejos se parece a Sansón Carrasco. Y luego está ese falso Quijote, el de Avellaneda, que se adelanta a don Quijote en Zaragoza, y a quien don Álvaro Tarfe deja encerrado en Toledo... para encontrarse con el verdadero unos días más tarde. ¿Y si Cervantes se hubiera atrevido a confrontarlos? Obviamente no quiso dar tanta importancia a su enemigo Avellaneda, pero es sugerente para imaginar.
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