viernes, 26 de abril de 2013

Casinos




Al año Macao recibe veintiocho millones de turistas que no vienen atraídos por la cultura. Me cuentan que los casinos ya facturan más que Las Vegas. La mayoría de ellos están en Cotai, un terreno ganado al mar al que antes sólo miraban unas pocas quintas portuguesas. Ahora esas casitas pintadas de verde y azul sobreviven como reliquias perdidas en el tiempo.
El verdadero poder está en los rascacielos de enfrente, donde la gente se juega los cuartos veinticuatro horas al día, porque el gobierno chino prohibe que cierren en ningún momento.
El compadre Adelson tiene allí un montaje gigantesco a la veneciana, con su San Marcos, sus góndolas y sus canales de cartón piedra que permite a los chinos tener su propio parque temático sin tener que viajar a Italia. ¿Hará algo parecido en Alcobendas?, me pregunto. Y me contesto rotundamente: por supuesto que no, Alcobendas nunca será como Macao, por la misma razón que a los chinos nunca se les ocurrió poner su Ciudad-casino al lado de Beijing, ni a los yanquis a la vera de Washington, sino en medio del desierto. En eso los españoles vamos a ser más originales que nadie y pondremos toda nuestra podredumbre bien cerquita de Madrid, para que no se pueda distinguir la capital del país del centro europeo del dinero negro, la prostitución y el juego.

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