Estábamos todos en la mesa y, por una vez, no había pelea. De pronto uno de los chicos dijo:
-Lo que nos pasa adentro sólo lo ven Dios y algunas madres.
Allí se vio la enorme riqueza que hay en todas las familias. Unos abuchearon, otros se rieron, alguno se quedó muy serio y M. se echó a llorar de la emoción.
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-No te quejes.
Eso me dice de pronto una escritora, excelente narradora, que acabo de conocer. Le estaba contando el poco tiempo que tengo para escribir, las dificultades para relacionarme en un medio pequeño, provinciano...
-No te quejes.
Pues amarga la verdad, es bueno echarla por la boca, dice el clásico. Horas despues, veo que ella tiene razón, y que, si no escribo o no publico nada, a nadie le va a importar y el mundo seguirá rodando tan tranquilo. Veo también que hay poso y pose de vanidad en eso de tener cosas inéditas y no moverse para publicarlas. Por eso ahora mismo me hago el propósito delante de los millones de lectores que tiene este blog, de escribir más y publicarlo en forma de libro. Seguramente esto también es vanidad, pero por lo menos es vanidad publicada.
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"Silencio: el poeta trabaja".
Esto colgó en la puerta de su dormitorio un poeta francés de cuyo nombre no consigo acordarme. Y sí, es verdad que en el sueño aparecen de visita imágenes, palabras, personajes. Pero luego en la vigilia hay que recomponerlo todo, darle un orden y sentido a las palabras, vestir bien a los personajes. Porque todo trabajo bien hecho reclama después su recompensa, su salario.
Esa reflexión de tu hijo es como para enmarcarla. No te queda más remedio que corregir eso que me decías del embrutecimiento, quizá durante una época, pero ya ves los frutos de una buena siembra. Tus hijos sueltan cada perla...
ResponderEliminarEs verdad, AnaCó. Los padres somos siempre muy duros -injustos a veces-, con los hijos. Lo del embrutecimiento es sólo por un tiempo, que a veces se hace muy largo. Pero también se recogen frutos, y es un privilegio poder vivirlos y escribirlos.
ResponderEliminarNo me extraña que M. llorara: casi lloro yo también.
ResponderEliminarNo entendí la relación entre la vanidad y el pasar de publicar los trabajos inéditos.
Para mí que el poeta francés ya había hecho un par de versos y se había echado a siestear. Y lo de millones de lectores del blog me hace pensar en que deben ser realmente misérrimos, al menos en la cantidad de mensajes que dejan.
ResponderEliminarFernando: "vanidad de vanidades, todo es vanidad"... Pecé: respecto al cuento chino de los millones de lectores, estoy encantado con los comentarios que me dejáis los que pasais por aquí.
ResponderEliminarHola Javier, hace tiempo que no pongo nada, me doy por aludida por el comentario de Pecé, tiene razón: tus millones de lectores debemos dar la cara, en este caso la letra.
ResponderEliminarMe sumo a lo que te dijo la escritora, lo siento: no te quejes y publica esas maravillas de microrrelatos que hemos tenido el privilegio de leer aquí. Para el resto de millones de lectores, venga.
No te quejes. Qué suerte tienes.
ResponderEliminarEs genial
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