lunes, 26 de noviembre de 2012

Ribeyro y el blog

Las Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro: ahora que releo el libro, cada prosa apátrida se me aparece como una entrada maravillosa de ese blog encuadernado que Ribeyro compuso sin darse cuenta, anticipándose a un ¿género? ¿formato? que nunca alcanzó a ver en vida. Un ejemplo entre los doscientos que tiene el libro:


Por la misma vereda desierta por donde yo camino, un hombre viene hacia mí, a unos cien metros de distancia. La vereda es ancha, de modo que hay sitio de más para que pasemos sin tocarnos. pero a medida que el hombre se acerca, la especie de radar que todos llevamos dentro se descompone, tanto el hombre como yo vacilamos, zigzagueamos, tratamos de evitarnos, pero con tanta torpeza que no hacemos sino precipitarnos hacia una inminente colisión. Ésta finalmente no se produce, pues faltando unos centímetros logramos frenar, cara contra cara. Y durante una fracción de segundo, antes de proseguir nuestra marcha, cruzamos una fulminante mirada de odio.


Esto es casi un microrrelato originado en la vida cotidiana. Pero también encontramos otras cosas, siempre escritas con una naturalidad admirable que conduce de pronto a una observación iluminadora. Como aquí:


Habituados a la ciudad, ignoramos, hombres de esta época, todas las formas de la naturaleza Somos incapaces de reconocer un árbol, una planta, una flor. Nuestros abuelos, por pobres que fuesen, tuvieron siempre un jardín o una huerta y aprendieron sin esfuerzo los nombres de la vegetación. Ahora, en departamentos y hoteles, no vemos sino flores pintadas, naturalezas muertas, plantas de macetas que parecen sembradas por peluqueros.


Uno piensa si estos textos no son maestros involuntarios de una escritura que intentamos algunos con el blog. Pero detrás de la dicción de Ribeyro están sus lecturas múltiples de diarios, aforismos, memorias. O sea, lo de siempre: que para escribir bien hay que leer a los clásicos.









jueves, 22 de noviembre de 2012

Anatomía del monstruo

1917: érase una vez un niño alemán que lloraba de pena al ver el estado de los prisioneros franceses al llegar a su pueblo hacinados en camiones, destrozados en el cuerpo y en el alma. Ese fue el mismo niño que, veinte años más tarde, le escribía ilusionado a su mujer que tenían que ir a más exposiciones de arte. Y la misma persona que más tarde ordenó la muerte de seis millones de judíos.
Leyendo la gigantesca biografía sobre Himmler de Peter Padfield uno termina por no entender, a pesar de la profusión de datos, cuál fue el germen de tanto odio. Qué fue lo que produjo tanta barbarie. Dónde estuvo el quiebre de una personalidad rígida y acomplejada que de pronto se convirtió en monstruosa.
Aunque el número de atrocidades colectivas, intrigas miserables y cínicos discursos, adobados con poses de maestro ciruela, supera con mucho los detalles humanos del protagonista, lo que más me sorprende es la dualidad del monstruo (y de otros monstruos parecidos). En las reuniones sociales, por ejemplo, Himmler destacaba por su trato exquisito y se comportaba con sus subordinados de las SS con un afecto de padre de familia:

Por lo que se refiere a las mujeres (...) siempre era extremadamente respetuoso con ellas y cuando hablaba de ellas. Odiaba las obsecnidades y los dobles sentidos. Los consideraba como un insulto a su propia madre. Le gustaban mucho los niños, una característica que mencionaron mucho quienes lo conocieron, y siempre estaba dispuesto a dedicar su tiempo a los huérfanos y viudas de guerra. De hecho, su personal tenía prohibido despedirlos de su oficina. "Comparada cn el sacrificio que han hecho -decía, la media hora que les sacrifico yo es una nimiedad y me avergonzaría de no escucharles y de no darles la impresión de que tiene a alguien a quien recurrir" (pág. 494).

Esto lo decía el mismo hombre que la noche antes había mandado a 499 mujeres y niños a la cámara de gas. Edith Stein, futura mártir ella misma del Holocausto, decía sentirse sorprendida ante los abismos de maldad que veía a su alrededor y cómo podía cometerlos el hombre. Lo más horroroso era darse cuenta, quizá, de que el mundo no se dividía tajantemente en buenos y malos, sino que los malos tenían rasgos humanos, igual que nosotros.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Crónica troyana

Una crónica me piden de la presentación del lunes y verdaderamente no sé muy bien qué decir, salvo que fue una reunión muy grata, como suelen y deben serlo todas estas ocasiones. Los amigos me demostraron su amistad y los desconocidos que por allí se acercaron me acompañaron como si  fueran amigos de toda la vida. Y al final, plas plas, firmé unos ejemplares. Pero algo más sí puedo decir...





 La noche anterior  Margarita Iriarte, presentadora de lujo, me había mandado el texto de su intervención. Esto se lo agradecí muchísimo porque así estuve preparado para componer una cara de hielo al escuchar tantos comentarios inteligentes sobre mi libro. Y mientras los escuchaba, me acordé de aquella versión de Helena de Troya que -dicen algunos- no fue secuestrada realmente por Paris, sino que fue llevada en una nube hasta Egipto, mientras que un doble suyo se iba con el raptor hasta Troya y se liaba la marimorena. Cuando veinte años después, su marido Menelao se la encontró en Egipto y le contó todo lo que había pasado, aparentemente por culpa de ella, Helena se quedó de piedra y le contestó:
-¿Pero todas esas cosas dicen de mí? ¡Pero si yo no hice nada!
Pues yo, como Helena. Esto lo digo porque eso es seguramente la creación literaria: algo que, mal o bien, hace el doble de uno. Y cuando el libro sale, de pronto se siente que ese objeto ya no es suyo y se lo mira con la cara extrañada, pero feliz, con que los padres miran a su hijo recién nacido.



sábado, 10 de noviembre de 2012

Presentación de "Wikipedia (y otros monstruos)

El próximo lunes 12 en Pamplona , a las 19,30, en el Civican (Av. Pío XII), presento mi libro de microrrelatos Wikipedia (y otros monstruos). Estáis todos invitados...

Nota: sí, sí, tendría que anunciarlo también en Twitter, pero me da pereza.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Dobles o parejas: ésa es la cuestión


Aquí hablo de los dobles siniestros.
Pero me parece que, en la literatura, igual que en la vida, los dobles no son tan malos siempre que no sean réplicas de nosotros mismos, sino complementarios. Ese fue justamente el descubrimiento de Cervantes. Su novela empezaba a desvariar, el personaje se le podía agotar en su soledad de loco andante, hasta que el autor dio con Sancho Panza en el capítulo VII de la Primera Parte. A partir de aquí la historia camina ya con dos pies, en lugar de andar cojeando con uno solo. No hay Quijote sin escudero, lo mismo que no hay visión altruista sin sentido común. En el diálogo entre el ideal y la razón, los dos brillan mejor, y la lectura, para colmo, se hace más divertida.
Del diálogo entre los diferentes nace la complementariedad y la riqueza. El gran Henry Fielding lo supo cuando, en su primera novela cervantina, puso al lado del inocentón Joseph Andrews al entrañable y quijotesco Abraham Adams. A partir de Cervantes y Fielding la lista de parejas en diálogo es interminable, y no sólo afectan a la literatura: Bouvard y Pecuchet, Sherlock Holmes y Watson, Pickwick y Weller, Hercules Poirot y Hastings, Tintín y Haddock, Frodo y Sam Sagaz, Thelma y Louise… No hablo, por cierto, de parejas amorosas, que esas funcionan de otra forma. Romeo y Julieta son dos jóvenes enamorados, ni más ni menos: la visión de uno y otra está demasiado sometida al éxtasis. Otro modelo posible es el de Otelo y Desdémona, pero tampoco funciona, porque casi no discuten, es decir, no dialogan. Y ya se sabe cómo termina la cosa por falta de diálogo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Flash back de verano

Salida de Madrid: el vuelo va lleno de gente diferente y las conversaciones son todas iguales. Delante de mí unos ecuatorianos hablan de sus respectivos trabajos. Todavía se han salvado y van de vacaciones. Detrás un grupo de colombianos ya están regresando definitivamente. A mi lado pasa una pareja de españoles, personal del aeropuerto. "¡Y mira que quedarte en el paro a los cincuenta, ¿qué te parece?".

-----

Llegada a Vigo. Todos estos aeropuertos españoles de provincias: ventanales y salas enormes, pasillos desiertos, vacíos. Vacíos como la España que los construyó.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Contra los blogs


Alguien me comentaba que todo eso de las redes sociales le parecía un monstruoso homenaje a la vanidad de cada uno. “Es como si toda la gente pensara que tiene algo interesante que decir y todos se pusieran de acuerdo para contarlo”. Mi amigo es pudoroso con su propio yo y entiendo sus razones. Y, aunque él no se refirió  a los blogs, bien pudo incluirlos en el mismo saco. ¿Narcisismo del blog? Según.
El blog te obliga a pensar tu día a día como una aventura, algo digno de ser contado. No tienes porqué hablar de ti, sino de que a tu alrededor, como a cualquier ser humano, suceden cosas que valen la pena. Por eso no somos nosotros quienes, con nuestra vida de súper estrellas hacemos interesante el blog, sino con nuestra una forma de mirar. En el blog la noticia es el yo, pero a ese yo hay que darle volumen y movimiento con palabras que valgan la pena.