Esta palabra procede del inglés tourist, que a su vez deriva del francés tour, que quiere decir “vuelta”. En el Diccionario etimológico de Corominas se precisa que su origen se remonta al latín tornus, instrumento que da vueltas. Así pues, turista es aquel cuerpo humano cuyo movimiento se asemeja al del tornus, torno, es decir, que da vueltas sin parar. Se conocen, al menos, dos tipos de movimientos turísticos: el de rotación y el de traslación, siempre en torno, es decir, alrededor, de un centro que puede localizarse en algún lugar del planeta tierra. Estos espacios –también llamados parques temáticos- han sido especialmente habilitados para que el turista pueda realizar sus movimientos giratorios y se encuentran, por ejemplo, en Venecia, Brujas, Dubrovnik, París o Toledo. Aunque, en principio, un observador poco experimentado puede creer que todos los turistas tienen similares comportamientos orbitales, debemos considerar que hay diferencias notables de acuerdo con el origen de su desplazamiento y la distancia recorrida. Los cuerpos turísticos procedentes de Japón emiten constantes destellos luminosos durante la rotación, mientras que los que vienen de Hispania sacrifican el movimiento rotatorio por una traslación más rápida y tienen el hábito de advertir su presencia con decibelios más elevados (i.e.: “Joder, qué chozón” o “Era cojonudo el Miguel Ángel éste”). En general, es conveniente reconocerlos rápido debido al riesgo de choque astral. Si no se quieren disgustos, lo más conveniente es elegir un destino alternativo, por ejemplo, Ciudad Real o el punto kilométrico 468 de la ruta nacional 3 en la provincia de Chubut (Patagonia argentina).
Me ha sacado una sonrisa. Buen micro. Una prueba más de lo bien que funciona el toque enciclopédico mezclado con lo cotidiano, si no que se lo pregunten a Cortázar.
ResponderEliminarEm10: muchas gracias. Sacar sonrisas es difícil.
ResponderEliminarPues a mí me saca muchos recuerdos y varios "pues es verdad". Sobre todo por el turísta cañí, que me amargó una rotación por Praga. Hay que advertir que existe una atracción inevitable por esta ciudad. Todo el mundo va a Praga, qué bonita... y tiene muchos McDonalds. ¿Puede alguien decir en qué mes no hay españoles en Praga?
ResponderEliminarNo he estado en Praga, pero me lo imagino. Incluí Brujas, porque ahí sí he estado, y todo lo que dices de Praga me parece que vale para Brujas. Son ciudades escaparate, ya no parecen reales sino parques temáticos adaptados a la visita "cultural".
ResponderEliminarY bueno, en general, el turista español es lamentable.
No confundamos turista con viajero. Javier, tú sabes bien el significado de esa palabra. El turista necesita moverse como muy bien dices, y luego vuelve igual por donde ha venido (efectivamente, ha dado vueltas).
ResponderEliminarEl viajero, a veces se mueve, pero también puede viajar sin moverse. Y sobre todo nunca vuelve igual que se fue, y a veces nunca vuelve...
Buen relato, muy bueno.
ResponderEliminarGracias.
Gracias, tocayo
ResponderEliminarÁlvaro: lo has visto genial. Una cosa no es la otra. También hay viajeros inmóviles. Y como decía Marechal (perdón por dar la lata con él), "de París al cielo hay la misma distancia que de Buenos Aires al cielo". Y el lo escribía desde Buenos Aires, claro.
ResponderEliminarEste me había gustado mucho y no pude en su momento comentar que acá las rutas no llevan letra y número. Para darle algo más de ¿realismo? podrías modificar la A-421 por la ruta nacional 3 (que en Chubut andaría por el km 1400).
ResponderEliminarGracias, Juan Ignacio: ya mismo lo rectifico.
ResponderEliminar