El otro día Ángel Ruiz sacó una buena traducción de mi poema favorito de Hopkins. Bueno, a decir verdad, el único poema que puedo recordar bien de él, porque he sido muy mal lector del gran poeta jesuíta. Y el caso es que tiene tanta sabiduría detrás: es el asombro ante la inmensa multiplicidad de las cosas, todas distintas y procedentes del mismo Ser.
Pensando en el poema de Hopkins me acordé de uno, inédito, de un amigo mío. Se llama Enrique de Sendagorta: es ingeniero y empresario. Su poema envidiable viene a demostrar a los escépticos que la técnica no está reñida con el humanismo. Se llama "Infinito" y aquí va:
Pensando en el poema de Hopkins me acordé de uno, inédito, de un amigo mío. Se llama Enrique de Sendagorta: es ingeniero y empresario. Su poema envidiable viene a demostrar a los escépticos que la técnica no está reñida con el humanismo. Se llama "Infinito" y aquí va:
No hay dos hojas de árbol iguales,
no hay dos nubes que sean iguales,
no hay dos atardeceres, ni dos olas,
ni dos guijarros iguales.
Los rostros no se repiten,
ni los ojos,
ni los amores se repiten.
Nada se repite.
Ese poema me recuerda mucho a cosas de Szymborska.
ResponderEliminarY a mí con Hopkins me pasa parecido: poco leído y con ganas de leerlo más.
A la Szymborska la he leído mucho más y me encanta. No se me había ocurrido que se le pareciera, pero, ahora que lo dices, es verdad.
ResponderEliminar