miércoles, 19 de mayo de 2010

Notas de viaje





Tras la ventanilla del tren que me lleva a Hamburgo, los árboles morados y el crepúsculo, como una pintura incesante de Friedrich.

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En el aeropuerto, a la espera de embarcar para España, empiezo a escuchar retazos de diálogos en el idioma patrio:
-La carretera que va de León al pueblo la arregló Zapatero. ¡Para que luego digan que no ha hecho nada Zapatero!
El alemán, poco a poco, lo voy entendiendo; el español, en cambio, creo que lo comprendo menos.

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Al llegar a Pamplona, me recoge mi mujer en coche y, a la segunda rotonda, un espabilado nos adelanta por donde menos se le espera.
-¡Pero qué burro, qué bestia!, grito de golpe, pero mi mujer no dice ni mú.
Sólo dos días después, cuando vamos todos en coche, vuelvo a quejarme y toda la familia me replica unánime:
-¡Qué pesado estás con Alemania para arriba, Alemania para abajo! Si tanto te gusta, te vuelves ya.

2 comentarios:

  1. Cada vez te entiendo más. ¿O cada vez me entiendes más cuando te hablo de Alemania?

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  2. No es bueno acostumbrarse a la civilización, por experiencia...
    Mae

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