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Fin de trimestre. Al atardecer, entre los libros y los ecos, la biblioteca se vuelve secreta.
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El otro día, huyendo del frío, se coló un ratón en el despacho de mi mujer y de su compañera de trabajo. Hubo brincos y chillidos, e incluso se requirió el auxilio de dos valerosos caballeros que andaban por allí cerca. Pero no sirvió de nada porque el intruso se escabulló, audaz, por un agujero. Es curioso que, en tantos años, sea la primera vez que yo sepa de un ataque de esta naturaleza. En general, nuestros ratones autóctonos, los ratones de biblioteca universitaria, son más grandes y, sin embargo, nadie escapa de ellos.
Bella estampa invernal y navideña la que describes y se intuye desde aquí. Bueno, es que yo soy un poco dada a las melancolías de esos paisajes.
ResponderEliminarY el ratoncito, qué listo él.
Felíz Navidad
Para algunos, seguro que la biblioteca es secreta todo el año...
ResponderEliminarPues hoy han encontrado caquitas de ratón al mover unos libros del despacho. En fin, habrá segunda parte aún más terrorífica, supongo. Gracias, Mery, y feliz Navidad.
ResponderEliminarNi siquiera leía esa rata de biblioteca... Pero hay caquita, quizás los "devoraba".
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