domingo, 26 de diciembre de 2010

Un sueño profético

Ayer tuve un sueño espantoso. Zapatero y Rajoy estaban en el apartamento de mis padres en El Puerto de Santa María. Desde la terraza veían en la playa a los niños de San Idelfonso que estaban dándole vueltas a los bombos de la lotería. Rajoy le dio un codazo a Zapatero y bien oiréis lo que le decía:
-Oye, José Luis, ¿y si nos arreglamos para que salga nuestro número? Como somos los que mandamos, podemos hacer lo que nos dé la gana y nos forramos.
Pero Zapatero, muy serio, allí le contestaba:
- Mariano, amigo mío, este es tiempo de responsabilidad. En un momento de crisis como el que se encuentra nuestro país, es la hora de que todos arrimemos el hombro...
Y en ese tono seguía hablando y dando cifras económicas que no consigo recordar. Lo curioso es que, de pronto salía yo mismo y felicitaba a Zapatero por su discurso sincero, y él me respondía con una sonrisa melancólica y silenciosa. Por si todo fuera poco surrealista, luego entraba mi mujer (que ya es raro que pise el apartamento de sus suegros, casi tanto como los otros dos), y me sugería que tal vez Zapatero, cuando se retire, podría ocupar el lugar del rey. A fin de cuentas, su discurso tenía un valor moral. En fin...
Tratando de pscoanalizarme, he llegado a la conclusión de que todo se debió a la impresión que me produjo el último discurso de Z. en el congreso, cuando se refirió a los cinco años de duros ajustes que nos aguardan. Después de dos años escuchándole que el fin de la crisis está cerca, a un mes vista o poco menos, ahora resulta que no, que hay que esperar un poquito. No sé ustedes, pero, para mí, este discurso excepcional es un testamento político. Como por una vez ha dicho la verdad, tendrá que dimitir. Eso sí, cuando lo haga, seguirá fiel a su estilo: de la noche a la mañana, y cuando menos se lo piense la gente.

2 comentarios:

  1. Una entrada muy lúcida. Sería una columna de opinión magistral.

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  2. Gracias, Enrique: viniendo de un columnista tan magistral como tú, es un piropo que vale su peso en oro.

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