miércoles, 16 de noviembre de 2011

Banquetes principescos y republicanos


 En 1937 Octavio Paz, que por entonces era joven y marxista, sintió la llamada de media España y se embarcó, junto a otros intelectuales mexicanos, rumbo a nuestra Guerra Civil. De paso se llevó a su guapa mujercita, Elena Garro, quien mucho más tarde sería autora de una novela extraordinaria, Los recuerdos del porvenir. La idea de Paz era participar en congresos antifascistas y apoyar con la palabra a la causa republicana. El gobierno español recibió a la expedición de escritores mexicanos, como al resto de los intelectuales venidos de todo el mundo, con los brazos abiertos y a mesa puesta. En los recorridos mitineros por pueblos y caminos de España los invitados eran conducidos en soberbios Rolls Royce y agasajados como príncipes republicanos.
Elena Garro cuenta en sus memorias algo sobre estos espléndidos banquetes (la misma anécdota, por cierto, la refiere Spender en las suyas):

 En Minglanilla, en donde hubo otro banquetazo en la alcaldía, nos rodearon mujeres del pueblo para pedirnos que les diéramos algo de lo que iba a sobrar del banquete. Me quedé muy impresionada. Allí, a pesar de la prohibición de los compatriotas de hacernos notables, Stephen Spender y otros escritores nos invitaron a salir del balcón de la alcaldía. Desde allí vi a las mujeres enlutadas y a los niños que pedían pan y me puse a llorar. Me sentí cansada y con ganas de irme a mi casa... durante el banquete, Nordahl Grieg pidió que se regalaran al pueblo las viandas que estaban en la mesa. Sin ningún éxito... (Elena Garro: Memorias de España 1937)


Ser de izquierdas no está reñido con tener buen paladar ni darse buenos atracones.

7 comentarios:

  1. Menos mal que en la derecha no pasan esas cosas. A partir del día 20, si las encuestas tienen razón, todo va a ser maravilloso, o al menos a ponerse en camino de serlo. En cualquier caso, no es nada difícil hacer una predicción: todo lo que vaya mal será culpa de la herencia recibida, y lo que vaya bien, mérito del nuevo gobierno. Así que todos tan felices. Y esto no es ironía, honni soit qui mal y pense.

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  2. Amigo anónimo: qué bien que la izquierda también lea este blog irónicamente.
    Si quiere saber mi opinión, el panorama está tan mal que, cuando suba el PP al poder, la vamos a pasar canutas.
    Y, puestos a culpar, no creo que todo sea culpa del gobierno socialista, puesto que es evidente que nuestra economía ya está muy globalizada. Pero también me parece evidente que alguna responsabilidad tendrán, ¿no? Si no la tuvieran, lo mejor sería que cerráramos el gobierno de Madrid, suprimiéramos las elecciones generales para siempre y canceláramos nuestro sistema político, que ya nos cuesta mucho a todos los ciudadanos.

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  3. Hombre, yo no soy "la izquierda", sino un mero y pequeño individuo, con mis ideas (que no siempre ni en todo coinciden con los programas de ningún partido). Eso aparte, yo creo que ni el gobierno (de izquierdas, más o menos) español, ni el ya extinto italiano (de derechas, o así decía de sí mismo) tienen responsabilidad en la crisis, que no han creado ni uno ni otro, sino en todo caso en la gestión de la crisis, lo cual es diferente. Es sólo que yo no creo que la política sea una historia de buenos, los míos, y malos, los otros, sino que pienso -al contrario que la vox populi- que 1) la tarea política no es en sí misma particularmente deshonrosa ni interesada; hay, en ambos lados (yo conozco algún caso) políticos muy respetables y honestos 2) hay ideas -y actos- aprovechables también en ambos lados. Una democracia (y yo creo en ella, o más bien creo, como Churchill, que es el peor de los sistemas posibles, excluidos todos los demás) requiere de ambas actitudes; y requiere que, sean cuales sean nuestras convicciones personales y el grado en que nos adhiramos a ellas, no pretendamos imponerlas a quienes (en uso de su legítimo derecho a la disidencia) no las comparten. Y, como es lógico, requiere igualmente que aquellos que quieren imponer a todos su propia concepción de la política o de la vida (intolerantes y dogmáticos de cualquier signo o convicción, política, religiosa o la que sea) no tengan posibilidad legal de hacerlo.

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  4. Esas mujeres debían de ser fascistas.

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