El miércoles fue el día mundial de la poesía. Para conmemorarlo, en la universidad ha surgido desde el año pasado la iniciativa de ir dejando papeles con poemas repartidos por todos los edificios del campus. Un amiga me obsequió un puñado de esos papeles. El primero que saltaba a la vista tenía el título de "No sirves para nada". Ella, revuelta de la risa, me dijo:
-No es una indirecta, ¿eh? Ha sido pura casualidad.
No sirves para nada
Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.
Después me fui a la escuela
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.
Vino luego la guerra
la muerte -yo la vi-
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo
no sirves para nada.
Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo -y era alegre-
no sirves para nada.
Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que siempre digo
-también con alegría-, hija mía
no sirves para nada.
La casualidad de la que hablaba mi amiga fue providencial. El poema de José Agustín Goytisolo me conmovió y, al día siguiente, lo leímos en clase delante de alumnos chinos, alemanes, noruegos e italianos. A veces tengo también gente de Australia, Dinamarca o las Islas Feroe. No es fácil explicar literatura en español a un público tan heterogéneo. ¿Sabrían apreciar el optimismo del poema a la vez que toda la ironía que lo recorre de principio a fin? Les expliqué que este poema era valioso porque repetía justamente las mismas palabras sin que el significado fuera idéntico. Si se ponia un bebé de dos meses a un lado de la mesa y en el otro teníamos el ordenador, ¿cuál de los dos era más útil? Tras un momento de desconcierto, algunos dijeron que el ordenador. Sí, sin duda un ordenador es más práctico; el bebé, en cambio, es un ser inútil: se hace pis y caca, duerme muchísimo tiempo, no sabe alimentarse solo y ni siquiera puedes pedirle que salga a tirar la basura. Pero, a cambio, -seguí yo- es infinitamente más valioso, porque, porque.... ¿estábamos todos de acuerdo? Y miré a mi alrededor, preguntándome si las distancias culturales nos separarían de nuevo. Pero, por suerte, estaban todos de acuerdo. Y ellos respiraron y yo respiré.
Felicidades por la nueva presentación del blog. Parece como más ... ¿luminoso? Tambien me alegro porque parece que has superado la sequía bitacoril. Un abrazo.
ResponderEliminarBrillante el poema...
ResponderEliminarObviamente el bebé es mucho más útil. ¡Dónde va a parar! No hay color. El bebé hasta puede construir un ordenador -gratis, sin cobrar o cobrando un sueldo de pena- y el ordenado en cambio no. Vale, vale, ya sé que es una visión un tanto negra de la realidad, pero también tiene su lado optimista... ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo,
Todavía estoy saliendo de la sequía, subcomodoro, no creas. Adaldrida: a J.A. Goytisolo lo he leído poco y mal, seguramente por algunos comentarios injustos que leí sobre su poesía. Se ve que tendré que releerlo. Víctor: los bebés, en realidad, son utilísimos para caer en la ruina. Te lo digo yo que he tenido cinco.
ResponderEliminarHablando de Poesía y la Universidad. Hace años había un concurso de poesía. Sabes si se puede hacer click en alguna página para leer las premiadas? Me encantaría releer una de tres líneas que (no) recuerdo. Muchas gracias.
ResponderEliminarLo siento, Varenka: Aquí no te sirvo para nada...
ResponderEliminar