Al final de este curso, con todo ya resuelto, viene a hablar conmigo una alumna china.
-Quería decirte que tus clases, profesor, me han gustado mucho, que me han servido...
En su español pedregoso, a tropezones, me habla de los autores que vimos en estos meses: de Martí, de Antonio Machado o de Borges, que es uno de los autores que más admira. De pronto, me enseña la palma de su mano derecha. Debajo del dedo índice luce el signo matemático del inifinito.
-Esto es un ¿tatuaje?... se dice así, ¿no?. Me lo hice en Pamplona. Es por Borges... él me hizo pensar... eso, pensar. La gente, hoy, sólo piensa en lo que tiene delante, es todo físico, pero Borges, aunque estaba triste como el monstruo ese del laberinto... ¿cómo se dice?
-El minotauro..
-Sí, ése era como Borges, que buscaba el infinito, y yo creo eso, que hay que ir más allá, fuera del laberinto... Por eso me he puesto el infinito en la mano, para recordar, ¿ves?
Yo sí que no puedo recordar más, pero dejemos la rosa así, tal y como está. Para qué añadir. Que otros se enorgullezcan de los libros que han escrito; yo me enorgullezco de algunos alumnos que he tenido.
Jo, los chinos, los chinos...
ResponderEliminarBuah... Por cierto: http://www.youtube.com/watch?v=PaHJRLoCyWc (También para EG-M), aunque no haya tenido el placer.
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