martes, 28 de febrero de 2012

Sempiternísimamente archicansado




"He leído, Dios me perdone, a Oliverio Girondo", le escuché, casi susurrando en una conferencia, a Bioy Casares. Con permiso del maestro, no me valen esta vez sus ironías. La poesía de Girondo es brillante y divertida. Este vídeo lo dice todo, hasta el cansancio.

sábado, 25 de febrero de 2012

Lo que pasa adentro

Estábamos todos en la mesa y, por una vez, no había pelea. De pronto uno de los chicos dijo:
-Lo que nos pasa adentro sólo lo ven Dios y algunas madres.
Allí se vio la enorme riqueza que hay en todas las familias. Unos abuchearon, otros se rieron, alguno se quedó muy serio y M. se echó a llorar de la emoción.

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-No te quejes.
Eso me dice de pronto una escritora, excelente narradora, que acabo de conocer. Le estaba contando el poco tiempo que tengo para escribir, las dificultades para relacionarme en un medio pequeño, provinciano...
-No te quejes.
Pues amarga la verdad, es bueno echarla por la boca, dice el clásico. Horas despues, veo que ella tiene razón, y que, si no escribo o no publico nada, a nadie le va a importar y el mundo seguirá rodando tan tranquilo. Veo también que hay poso y pose de vanidad en eso de tener cosas inéditas y no moverse para publicarlas. Por eso ahora mismo me hago el propósito delante de los millones de lectores que tiene este blog, de escribir más y publicarlo en forma de libro. Seguramente esto también es vanidad, pero por lo menos es vanidad publicada.

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"Silencio: el poeta trabaja".
Esto colgó en la puerta de su dormitorio un poeta francés de cuyo nombre no consigo acordarme. Y sí, es verdad que en el sueño aparecen de visita imágenes, palabras, personajes. Pero luego en la vigilia hay que recomponerlo todo, darle un orden y sentido a las palabras, vestir bien a los personajes. Porque todo trabajo bien hecho reclama después su recompensa, su salario.

jueves, 23 de febrero de 2012

Onetti y Santa María

Pocos escritores más retorcidos y amargos, más oscuros y brillantes al mismo tiempo que Juan Carlos Onetti. El otro dia estaba hojeando una edición crítica de sus cuentos y me dio por mirar la introducción, donde se explicaban algunos pormenores de sus manuscritos. Uno se siente poco necrófilo, pero como andamos en estas faenas y, a veces, eso de manejar los papeles de los escritores produce sorpresas tremendas, me metí en los vericuetos de la introducción... Y de pronto leo:

A menudo en sus relatos aparece una inscripción, en rigor una sigla, una pequeña variante -según se precisa en las notas que corresponden a cada texto: DTSMLLEDGESECBTEELMYBEEFDTVJ. Es, nada menos, que cada palabra del "Ave María" (Dios Te Salve María Llena Eres De Gracia, El Señor Es Contigo, Bendita Tú Eres Entre Todas Las Mujeres Y Bendito Es El Fruto De Tu Vientre Jesús).
(Pablo Rocca, "Nota del coordinador", en J.C. Onetti, Novelas cortas,  Poitiers-Córdoba, Archivos-Alción, 2009, p. LXII).

Qué raro. Alguna vez he leído y/o escuchado que el mundo de Onetti, cínico y descreído, escondía un anhelo de pureza en medio de tanta desolación. Quién sabe. El pueblo que inventó para sus ficciones se llamaba Santa María.


sábado, 18 de febrero de 2012

miércoles, 15 de febrero de 2012

Uno o dos intentos




Vaso vacío:
el aire abandonado
no dice nada.



Tu soledad:
el viento en la ventana
y un vaso roto.

sábado, 11 de febrero de 2012

La felicidad, ja, ja


Mientras le daba vueltas a los comentarios de la entrada anterior, leo esta otra de un blog que no por casualidad se llama Bienvenidos a la fiesta. Ahí vienen en mi rescate Dickens y Chesterton nada menos. Y sobre todo estas palabras:

La felicidad no es un estado sino una crisis, la felicidad está en una vigilia con un límite definido en la que la hora llega o no llega, y el ejemplo más claro es el nacimiento de un niño. 

jueves, 9 de febrero de 2012

¿Se puede escribir una novela del Bien?

Hace dos días leíamos en clase ese cuento perfecto y espantoso, "El almohadón de pluma" de Horacio Quiroga. A los estudiantes les encanta la historia de vampiros, morbosa desde la primera frase: "Su luna de miel fue un largo escalofrío". Y nada digamos del final con el bicho dentro de la almohada, bola viviente, viscosa y ahíta de sangre. A mí tanto gore no me entusiasma y siempre me queda la melancolía de que no mis estudiantes valoren tanto a Borges o a Marechal. Pero bueno: está bien y por algo se empieza.
Me pregunto ahora por el éxito de este tipo de relatos. ¿Por qué nos gustan las historias en donde el Mal se hace tan presente?La novela y el cuento están atrapados por la cadena del tiempo y del espacio. El interés lo ponen los malos porque ellos crean el conflicto. Sin los malos no hay novela. En la poesía las cosas se dan de otra manera. No hablo sólo de los místicos, que hacen trampa y se escapan por la escala en la noche oscura de san Juan de la Cruz. Hasta la misma poesía profana suspende el tiempo y el espacio en una suerte de éxtasis, que no es sueño pero se le parece. Por eso, allí se puede hablar de la felicidad desde principio a fin sin que el lector se sorprenda; la conciencia de la propia dicha se nos destila con cuentagotas. El hombre no puede soportar demasiada realidad, decía T.S. Eliot en plan trascendente.
Pero, ¿y la novela? ¿Se puede narra el Bien absoluto en las novelas? ¿Cómo escribir una historia en donde todos los personajes sean buenos, en donde no haya conflicto alguno? Alguno bien informado levantará el dedo y dirá que Dante lo hizo. Pero Dante fue todo menos novelista.
Se puede construir una novela magnífica alrededor de la estupidez (Madame Bovary) o la maldad (El juguete rabioso). Crimen y castigo es extraordinario, porque vemos la redención plausible de un malvado. Pero es justamente eso: una redención, no la felicidad colmada y completa de Raskolnikov. En cambio, cómo se la pegó Dostoievsky cuando intentó El idiota. Marechal, en su infinito Adán Buenosayres, cuenta la historia de la salvación de su héroe, pero curiosamente no narra su ascenso ni su felicidad; sólo se queda en sus avatares en la tierra y en el infierno humorístico de Cacodelphia. El Cielo entra en el misterioso ámbito de lo inenarrable.
Incluso los personajes nobles son muchas veces menos atractivos que los villanos. La intrigante Becky Sharp funciona muchísimo mejor como carácter  que la cursi de Aurelia, en La feria de las vanidades. Por la misma razón, los imbéciles dan la nota necesaria para que aceptemos la verdad novelesca. Cervantes se dio cuenta cuando puso a Sancho Panza al lado de Don Quijote. Sin el simple de su escudero, el hidalgo no tiene fuerza. Y sin las mismas locuras del caballero, de nada valen los comentarios discretos de don Alonso Quijano el Bueno.

martes, 7 de febrero de 2012

Ambos mundos

Ambos mundos: ese es el nombre de una nueva revista digital que recomiendo aquí, antes de mandarla a los enlaces de al lado. Buen provecho a quien la visite.

jueves, 2 de febrero de 2012

El vino de San Martín y otros tópicos



En el viaje rapidísimo a Madrid tuve tiempo de ver en el Prado la exposición del Hermitage. La exposición está muy bien (sólo faltaba), pero a mí me impresionó más ese cuadro inmenso de Pieter Brueghel el viejo que acaban de descubrir en una casa de Córdoba. Está pintado sobre sarga, una tela gruesa que le presta una tonalidad mate muy singular.






"El vino en la fiesta de San Martín" es algo así como una nave de los locos, un espectáculo de la universal estupidez humana de la que se escapan muy pocos: san Martín cortando la capa al pobre, y tal vez alguno más. El efecto es muy antidemocrático, qué le vamos a hacer.
Por los pasillos me encontré a Jaime García-Máiquez, quien llevaba en ese momento el último poemario de Fernando López de Artieta y me lo regaló. Me dijo que el verdadero autor estaba todavía en el museo y yo, ansioso por conocerlo al fin y darle las gracias, le pregunté dónde lo había visto por última vez. En esas estábamos, cuando me di la vuelta y vi a un chico joven que se dirigía por la puerta a todo correr. "Ese es", pensé, y fuí detrás de él, pero lo perdí entre la gente que estaba saliendo de la exposición temporal. Un tipo escurridizo ese López de Artieta.
El caso es que me leí los poemas de Grosso modo en el tren de vuelta. Algún verso me tocó de cerca, ay ("Nadie es poeta en su tierra"). Y uno de los mejores poemas es un soneto que me recordó algo al espíritu del cuadro de Brueghel, y por eso lo copio aquí:

TÓPICOS

La mala suerte y el dinero fácil.
El amor. la cultura femenina.
El Ulises de Joyce, que en paz descanse.
La libertad. El sexo. Las noticias.

La democracia, esa enjoyada puta.
Cualquier demanda de un nacionalista..
El pacifismo de los tolerantes.
El optimismo de los progresistas.

Las inmensas riquezas del papado.
La ciencia y sus ecuánimes teorías.
Ser joven. Ser poeta. Ser maldito.

El tópico. la nada. La utopía.
El silencio de Dios. El griterío
de los que siempre sueltan tonterías.