sábado, 30 de abril de 2011

La palabra perro no muerde

"La palabra perro no muerde": ya no me acuerdo si es un dicho popular o se le ocurrió la frase a algún lingüista preocupado en cómo explicar que no hay relación natural entre el significado y las cosas significadas. Pero todos, alguna vez, hemos creído que las palabras sí muerden. Recuerdo a aquel buen señor, ya pasadito de edad y sabiduría, que aseguraba muy serio:
-Mira, el idioma inglés será muy importante y hay que aprenderlo, pero está mal pensado. En cambio, el español, no. Porque. a ver, por ejemplo, la palabra "puerta", ¿cómo se dice en inglés?
-Door.
-Pues eso. Tú dices "Door" y no piensas en ninguna puerta, en cambio, dices "Puerta" y ya la estás viendo en tu cabeza, con su manilla y su dintel, todo. El español está mejor pensado que el inglés.
Alguno se sonreirá, pero aquel señor no dejaba de tener su razones: él "veía" las puertas con una palabra en el único idioma que conocía. Las palabras no sólo ven o abren puertas: muerden, saben, huelen y, como la música, cantan.
Y, sin ir más lejos, ahora, en estos días, parece como si todas las lenguas se hubieran puesto de acuerdo para nombrar delicadamente a nuestra primavera: "Spring", "Printemps", "Frühling"...

2 comentarios:

  1. y las palabras, a veces, hieren; y las palabras -o su ausencia, o las equivocadas- acaban provocando guerras.

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  2. Es que lenguaje nunca es neutral. Los filólogos lo tratamos como si estuviéramos en un laboratorio, pero las palabras son más que signos que tiene una relación arbitraria entre un significado y un significante.

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