Debía de ser el año 90 cuando me encontraba en Buenos Aires preparando mi tesis sobre el gran narrador y poeta argentino Leopoldo Marechal. Supe que otro escritor que yo admiraba, Ernesto Sábato, había sido su amigo y que, sin importarle las diferencias políticas que los separaban, había defendido públicamente a Marechal en momentos difíciles. Un gesto típico de su independencia como intelectual.
Llamé a Sábato por teléfono. La entrevista duró una hora larga. Sábato se excusaba cien veces de no recibirme en su casa por motivos de salud; luego se arrepentía y me invitaba. Daba vueltas por mil temas y, cada cierto tiempo, me preguntaba por España, por Pamplona y los Sanfermines. A veces hablamos de su amigo. Por fin, me prometió que, si yo le llamaba a tal día y cual hora, él ya sabría si podríamos vernos en su casa. Caí en la trampa tres o cuatro veces más y conversamos telefónicamente otras tantas horas, después de las cuales me citaba para volver a hablar a la semana siguiente. A la quinta llamada telefónica, Sábato tuvo una idea:
-Mire, hagamos una cosa. Yo le voy a escribir en una hoja todo lo que puedo decir sobre Marechal y se lo voy a dejar en un sobrecito a su nombre en la confitería X de la calle Córdoba al número 12… Vaya allá y pregunte por el sobre. Los muchachos me conocen y se lo darán.
Allá fui y recibí un sobre personalizado con la temblorosa letra del maestro. Con el paso de los años he visto en esta pequeña historia un símbolo de la tortuosa literatura de Sábato. Apenas tres novelas y algo más de una decena de ensayos bastan para configurar una obra incitante y polémica. La mayor parte de sus seguidores ama El túnel, un relato sobrio y directo, muy en la estela existencial de un Camus. Pero la obra mayor de Sábato, aquella por la que merece ser recordado entre los grandes, es, en mi opinión, Sobre héroes y tumbas, auténtico novelón que recorre los mundos y submundos del Buenos Aires de los años cincuenta. Martín, Alejandra y Fernando son tres protagonistas dignos de una tragedia clásica, y, alrededor de sus ideas y pasiones, aparece toda una multitud de temas y personajes. Nunca Sábato llegó más lejos que con esta novela amplia y ambiciosa, imaginativa y torturada, la obra de un escritor asediado por sus fantasmas y en perpetua búsqueda del Absoluto.
(publicado hoy en La gaceta)
Es un excelente artículo. Me habían llegado los ecos aprobatorios de la redacción de LG, y veo que eran justísimos. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarTambién mi enhorabuena.
ResponderEliminarTengo "Sobre héroes y tumbas" en mi lista de la compra.
Javier, he vuelto desde el lado oscuro! Aceptarías mis denarios de oro a cambio de una miradita a esa hoja escrita por el maestro de Santos Lugares sobre mi maestro villacrespense? Ja!
ResponderEliminarAbrazos,
Melusina