lunes, 2 de mayo de 2011

Soledad

Me puse a esperar al fantasma detrás de la puerta. Pasaron las horas. Cuando por fin cruzó el umbral, le grité con toda mi furia. Pero no me hizo caso, ni me vio ni me escuchó, el muy inconsciente.

3 comentarios:

  1. Soledad tremenda cuando los solitarios no se reconocen entre sí.
    Un abrazo

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  2. ¿Fantasmas? No sé de qué me habla, amigo. Mejor me desvaneceré. Adiós.
    Un abrazo,

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  3. Ahí, ahí está, Mery. Víctor: te ha salido un micro mejor que el mío.

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