Ayer recibí la noticia de la muerte de Carlos Pujol, a quien siempre leí, en sus poemas, relatos, traducciones y ensayos. Como Enrique, también para mí La casa de los santos ha sido uno de mis libros de cabecera. Hace poco me encontré con una entrevista estupenda que le hacía Ignacio Peyró en La gaceta. Y ayer Trapiello sacó un emocionante artículo sobre él en El país.
Nunca lo traté personalmente, pero cuánto lo conocí a través de su escritura.
Los medios de comunicación hablan de su erudición y su humildad. No sé si fue un erudito, si por eso se entiende una persona especializada en saberes raros. Él era un hombre sabio, que escribía con entusiasmo sobre Balzac, Baudelaire o Stendhal: nombres que deberían ser fundamentales en cualquier persona interesada en la literatura. Sin duda era también modesto, porque la critica literaria, cuando lo es de verdad, ejerce la humildad. Escribir bien para dejar que otros se luzcan: no se trata de otra cosa.
Lo último que me descubrió fue Tom Jones (no el cantante, sino el novelón de Henry Fielding). En la introducción, Carlos Pujol, crítico y creador, dejaba estas bellas líneas que no sólo retrataban al clásico inglés, sino seguramente también a sí mismo, a su visión estética de la vida que acordaba felizmente con su fe:
La vida es [para Fielding] un banquete, un suculento festín, una sucesión de espléndidos platos que esperan que les hinquemos el diente, y la literatura viene a ser la carta de ese restaurante de la imaginación. Vivir y escribir, dos cosas que no se excluyen, sino que se complementan, se equiparan a comer, degustar, paladear, todo aquí es gustativo, masticable, placer de gourmet.
Ojo, Javier: "dos cosas que ¿nos excluyen?".
ResponderEliminarSólo puedo decir una cosa: los escritores españoles vivos de los que más he aprendido, y aprendo, son él y Andrés Trapiello. (Y apenas escrito esto, caigo en la cuenta de que él ya no es -qué triste- un "escritor español vivo"). Tengo con él una deuda de ésas que no pueden pagarse. Estoy releyendo, en su homenaje, sus "Cuadernos de Escritura"; ahora que tan de moda están los talleres literarios, pocos habrá, si hay alguno, que puedan dar tanto como ese librito, que no llega a 150 páginas y se lee en un rato -pero que no se acaba de leer en toda una vida.
ResponderEliminar(Por cierto, donde dices "vivir y escribir, dos cosas que nos excluyen, sino que se complementan", quieres decir, supongo, "dos cosas que NO SE excluyen". Aunque la idea de que vida y escritura "nos excluyen" -la vraie vie est absente, que decía el otro- sea alarmantemente sugestiva).
Es un gazapo muy curioso, gatoflauta... pero lo he corredigo, digo corregido...Mil gracias.
ResponderEliminarMónica: soy un desastre. Menos mal que tú sí tienes ojo.
ResponderEliminarHe conocido a Pujol, solo despuès de su muerte, y no sabèis cuànto lo siento.
ResponderEliminarSara m.